El aumento del consumo de opiáceos en España alerta a las autoridades sanitarias

El aumento del consumo de opiáceos en España alerta a las autoridades sanitarias

Los opiáceos son sustancias que normalmente se utilizan para intentar calmar los dolores fuertes que producen ciertas enfermedades debido a su poder analgésico y en España su consumo ha aumentado casi un 80%  desde el año 2010, lo que ha hecho ponerse en alerta a las autoridades sanitarias. El opio es el principal componente para su elaboración, de ahí el nombre que recibe y algunos de los medicamentos que pueden considerarse opiáceos son la morfina y la codeína. En ocasiones se utiliza este término y el de opioides indistintamente, pero no son lo mismo. La gran diferencia es que los opiáceos tienen su origen natural en el opio, mientras que los opioides tienen el mismo efecto pero están elaborados con productos químicos añadidos como componentes sintéticos o semi-sintéticos, que además le pueden dar valores añadidos a esas sustancias. Dentro de esta categoría se encuentran por ejemplo la heroína y la metadona. Los opiáceos son utilizados en medicina como medicamentos para imitar la actividad de las endorfinas que genera nuestro cuerpo para controlar el dolor y solo son administrados bajo receta médica. Así, se administra a pacientes con dolores crónicos, a aquellos que han pasado por cirugías e intervenciones médicas o los que sufren dolor súbito, entre moderado e intenso, derivado de algunas enfermedades como el cáncer. Su administración, sobre todo para tratar dolores crónicos, se hace de manera pautada durante un periodo prolongado en el tiempo y la sustancia se va liberando en el organismo de manera permanente y regulada. Aunque también se pueden utilizar de manera puntual para calmar los dolores súbitos a través de la administración de opiáceos de acción inmediata que hacen efecto más rápido.

 Fuente: Raw Pixel

Estos medicamentos se toman generalmente por vía oral en forma de píldora o líquido, pero también existen otros formatos como los parches, bombas analgésicas o supositorios. Entre los efectos secundarios que producen se encuentran la somnolencia, mareos, náuseas, cambios en el estado de ánimo y en casos menos frecuentes tienen efectos mentales como sueños extraños o alteraciones en el pensamiento. En general se desaconseja interrumpir los tratamientos con opiáceos de manera repentina, siendo la mejor forma de hacerlo de manera gradual y controlada por un especialista. Pero aquí es donde aparece el verdadero problema con este tipo de medicamentos, que no dejan de ser drogas adictivas y muchas veces se abusa de ellas de manera incontrolada y cuesta mucho dejar de tomarlas.  

  • Aumento del consumo en España

Según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) el consumo de dosis de este tipo de fármacos ha aumentado casi el doble entre los años 2010 y 2017, pasando del 9,9  por cada 1.000 habitantes (DHD) en 2010 a 17,7 en 2017. En general este incremento se ha producido porque los estudios e investigaciones que se han hecho sobre ellos, han concluido que son los más efectivos para intentar paliar mejor el dolor. Pero lo cierto es que en los últimos años se ha visto una tendencia a prescribir este tipo de sustancias de una manera inadecuada, lo que ha hecho que las Administraciones públicas reaccionen y ya hayan decidido tomar cartas en el asunto. Uno de los opioides más potentes y que más se suele recetar de manera indebida es el fentanilo de liberación rápida, que suele estar presente en los inhaladores y en otros medicamentos que se disuelven en la boca. Por eso, para evitar que se sigan suministrando de manera indebida, el Ministerio de Sanidad ha creado un grupo de trabajo que actuará también de manera exclusiva en cada una de las comunidades para “evaluar y mejorar la utilización de los opiáceos, especialmente las prestaciones con más riesgo de causar dependencia y adicción”. Esto no es nada nuevo, porque en el año 2016, la Generalitat Valenciana revisó un total de 1.518 tratamientos después de que se detectara un gran número de prescripciones médicas sin un estudio previo de los casos. Pero ha sido la tendencia de los últimos dos años la que ha puesto en alerta a los organismos sanitarios estatales de manera general y por eso se ha decidido crear la comisión de investigación. Por el momento habrá que esperar a ver cuáles son los resultados que se extraen, pero algunas comunidades ya están pensando en elaborar guías para intentar evitar riesgos innecesarios como adicciones provocadas por una errónea suministración de opiáceos. Entre las propuestas de mejora existe también la idea de crear un pacto terapéutico con el paciente, para conocer sus antecedentes, historial clínica, la medicación prescrita y registrada en su receta electrónica y para que se quede firmado por escrito que si hace un uso indebido del tratamiento, este le puede ser retirado, incluso se le podrá remitir a servicios específicos para el tratamiento de dependencias.  

  • La epidemia de EEUU

De esto ya saben mucho en otros países como en Estados Unidos, dónde se estima que unas 200 personas mueren diariamente a consecuencia de un mal uso de este tipo de sustancias. A finales del mes de abril, varios expertos se reunieron en Portugal en la “Conferencia Internacional sobre Reducción de Daños” (HR19) y allí revelaron que el consumo de opiáceos se está convirtiendo en una epidemia en EE.UU., que se cobra la vida de miles de personas anualmente, generalmente producidas por sobredosis.  Fuente: Pixabay

Entre los años 2016 y 2017, el estado de Vancouver registró más de 8.500 muertes por uso de fentanilo, lo que provocó una gran crisis de salud pública que llevó a las autoridades a buscar soluciones alternativas rápidamente. Entre las acciones que se llevaron a cabo estaba la de abrir salas supervisadas para el consumo de algunos tipos de opiáceos. Con ello consiguieron estabilizar a muchos pacientes y reducir en ellos el consumo de drogas, evitando también así otras consecuencias derivadas como el aumento de la criminalidad, o los trabajos sexuales como medio para obtener esas sustancias. La situación es tan preocupante en Estados Unidos que algunos la llaman la “epidémia de los opiáceos”. Como en el caso de Vancouver, muchos expertos piensan que la solución pasa por la apertura de salas de control para un consumo asistido, incluso algunos como el epidemiólogo Barrot Lambdim, apuestan por el uso de terapias como la naloxona que evita la muerte en caso de sobredosis.  

  • Alternativas

Si las salas de consumo controlado o la utilización de la naloxona fueron propuestas en noerteamérica como soluciones ante la situación de “epidemia” que ha provocado el consumo abusivo de este tipo de medicamentos, en otras partes de el mundo se apuesta también por el desarrollo de nuevos fármacos analgésicos que sean más seguros y efectivos. En la actualidad, la Universidad de California San Francisco está estudiando las sustancias opiáceas extraídas del opio y las que genera de manera natural el cerebro humano, con el objetivo de crear sustancias más naturales que funcionen como las que genera nuestro cuerpo y que no produzcan adicción.  Fuente: Pixabay

Pero no tenemos que irnos tan lejos para hablar de terapias alternativas a los opiáceos. El Hospital Clínico de Málaga lleva ya tiempo aplicando una técnica pionera que se basa en la anestesia para intentar paliar el dolor tras las intervenciones quirúrgicas y que tiene menos efectos secundarios. Los pacientes a los que se le administra tienen una mejor recuperación y suelen recibir antes el alta. Hasta el momento se han beneficiado de ella más de 150 personas y se ha aplicado en 15 tipos de operaciones distintas, aunque no puede ser administrada en todos los pacientes. Por ejemplo a aquellos que tengan antecedentes de vómitos o nauseas en los postoperatorios, las personas que tengan obesidad o que padezcan problemas respiratorios no se les puede administrar y tampoco se emplean en determinadas operaciones. El hospital malagueño copió la técnica de uno belga y ahora son ellos los que la enseñan para que se aplique en otros centros para que muchos más pacientes puedan beneficiarse de ella.  

  • Las estrellas que apagaron los opiáceos

El objetivo primordial de estas alternativas es intentar evitar situaciones como las que se están viviendo en Estados Unidos, dónde la “epidemia de los opiáceos” ha multiplicado por siete las muertes por sobredosis en la última década. Algunos la denominan como el "cáncer silencioso" del país o la "catástrofe sanitaria estadounidense", incluso el presidente Donal Trump la ha definido como “emergencia de salud pública". La ingesta de estas drogas legales, sobre todo el uso del fentanilo, ha provocado también la muerte de grandes estrellas como el cantante Prince que murió en 2016 a los 57 años por una sobredosis accidental de esta sustancia. Un año más tarde fallecía el músico Tom Petty tras haber ingerido un cóctel tóxico de medicamentos entre los que también se encontraban parches de fentanilo y en 2008 el actor Heath Ledger que murió tras consumir una combinación de fuertes opiáceos. Pero por suerte hay algunas estrellas que aunque también abusaron del uso de estos fármacos, pueden seguir brillando. Uno de los últimos casos más conocidos es el de la cantante Demi Lovato, que el año pasado tuvo que ser hospitalizada tras sufrir una sobredosis de fentanilo, pero que por suerte salvó su vida y que tras varios meses en una clínica de rehabilitación ha vuelto a mostrar su buen estado a través de sus redes sociales. La cantante Demi Lovato tuvo que ser ingresada en el año 2018 por una sobredosis de fentanilo. Fuente: Instagram