El martes 11 de julio de 1978 era un día caluroso de verano en Tarragona y lo que parecía ser una jornada normal y corriente en el Camping de Los Alfaques, se convirtió rápidamente en una gran tragedia.

A las 14:35 horas, un camión cisterna cargado con propileno líquido, que circulaba destino a Alicante, explotó justo cuando pasaba cerca del camping. El propileno, que en un principio estaba frío, comenzó a calentarse con el sol en el trayecto, haciendo que se expandiera, aumentando la presión del tanque y produciendo la explosión. La cisterna se partió por la mitad, el contenido se incendió rápidamente y una de las mitades salió disparada hacia dónde estaba el camping. En pocos minutos una gran bola de fuego empezó a extenderse por las instalaciones hasta quemar unos 300.000 metros cuadrados, o lo que es lo mismo, dos tercios del camping. Muchos de los campistas intentaron salvar sus vidas metiéndose en el mar, pero los supervivientes aseguran que incluso el agua hervía. Las altas temperaturas que se originaron debido al incendio, la explosión de algunas bombonas del camping y la rapidez con la que se propagaron las llamas, hizo que 158 personas murieran en el acto, los otros 70 fallecieron en los días posteriores debido a la gravedad de las quemaduras.

Como responsables del accidente se culpó a las empresas encargadas de suministrar y transportar el líquido por imprudencia temeraria. El camión había sobrepasado varias normativas, ya que iba cargado al 100% de su capacidad, algo totalmente prohibido y con unas 25 toneladas de propileno en su interior, cuando la capacidad máxima permitida era de 19. Después del accidente se prohibió el paso de camiones cisterna con productos peligrosos por centros urbanos y se mejoró la seguridad en este tipo de vehículos.