La crisis del vertedero de Zaldibar, 5 meses después

Han transcurrido 5 meses desde que Joaquín y Alberto perdieran la vida en una de las tragedias medioambientales más graves que han sucedido en el Estado. A día de hoy, sus cuerpos siguen desaparecidos, mientras que el Gobierno Vasco sigue inmerso en la operación de rescate que, hasta la fecha, ha arrojado pocos resultados.  Además, a finales de junio el Gobierno Vasco autorizó la ampliación de un depósito del vertedero presentada por Verter Recycling 2002, aumentando así la indignación en las localidades afectadas por la tragedia. Coincidiendo con el quinto mes desde que sucedió la tragedia, hacemos un resumen sobre la gestión de la crisis, una gestión marcada por la improvisación gubernamental, el caos y desesperación de los lugareños.

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Foto: Dani Blanco
La crisis del vertedero de Zaldibar, 5 meses después

El derrumbe del vertedero operado por Verter Recycling 2002, ha desenmascarado una estructura corrupta y negligente montada en el euro que hacía del almacenaje irregular de residuos tóxicos y de otro tipo su negocio. Tal y como se ha demostrado, el vertedero operaba de manera irregular (falta de registros u ocultamiento, irregularidades en el tratamiento de gases, almacenamiento de residuos toxicos etc) mientras que el Gobierno Vasco miraba, literalmente, a otro lado. No obstante, desde Europa se ha notificado la intención de investigar las causas del derrumbe. El comisario de Medio Ambiente, Océanos y Pesca Virginijus Sinkevicius, afirmó por su parte que las “graves deficiencias” ya descubiertas debieron ser detectadas por el Gobierno Vasco, el responsable de la autorización y control de la actividad del vertedero. Mientras, el Ejecutivo vasco no muestra ningún atisbo de preocupación, dejando patente su intención de dar carpetazo el asunto.

La gestión de la crisis estuvo marcada por serias deficiencias también. Ante el peligroso incremento de dioxinas y furanos en la zona como consecuencia de los incendios que sucedieron tras el derrumbe, las políticas comunicativas del Ejecutivo vasco fracasaron estrepitosamente. Eulixe estuvo presente aquellos días en el lugar del siniestro, y este hecho fue corroborado mediante las entrevistas que se realizaron los días posteriores en la zona 0.  

En todo caso, estaríamos hablando de deficiencias que, en cualquier otro país “avanzado”, llevarían a la formación de una comisión de investigación que, por desgracia, no ha visto la luz. La disolución de las cortes y el adelanto electoral y el nuevo marco de emergencia creado por el Covid-19, le sirvieron al Gobierno Vasco, liderado por el Partido Nacionalista Vasco con el apoyo del PSOE, para crear una cortina de humo y zanjar el debate público que estaba teniendo lugar entre febrero y marzo de este año.

Poco a poco, parte de la sociedad (inmersa en el nuevo marco de la “nueva normalidad”) está olvidando el suceso y la rendición de cuentas. Mientras, tanto los familiares como cientos de vecinos de Zaldibar, Ermua y Eibar siguen reclamando que se haga justicia y que se depuren a los responsables políticos que permitieron con sus actos y decisiones que sucediera una catástrofe de una magnitud desconocida.

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Fotografía realizada por Oier Zeberio

 

Deficiencias en la gestión de la crisis

Corrupción y ocultación de información. Un accidente catastrófico. Trabajadores desaparecidos. Equipos de emergencia y "liquidadores" que trabajan sin ningún tipo de protección e información durante ocho horas. Una burocracia empeñada en esconder la realidad y que minimiza el peligro. El riesgo que se convierte en realidad cuando ocultarlo se convierte en demasiado peligroso. El miedo y la angustia que atraviesa a los habitantes, que desconocen lo que está pasando....

No, no se trata de Chernóbil. Esta vez, lo imposible ha golpeado un lugar "muy avanzado" tanto socialmente como en materia de derechos humanos, tal y como lo subrayan con asiduidad los mismos dirigentes de la región. Esta es la historia de una tragedia ambiental, una de las mayores registradas en el País Vasco, bastión del PNV, adalid de la democracia y el "buen gobierno".

El 6 de febrero de 2020 amaneció como otro día cualquiera en el "oasis" vasco. Los habitantes de Zaldibar, Ermua y Eibar, unas cuarenta y cinco mil personas en total, no sospechaban que la ladera del vertedero de Zaldibar, que oficialmente guardaba "residuos inertes" pero que en realidad almacenaba miles de toneladas de productos tóxicos, estaba a punto de colapsar.

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El derrumbe y las primeras horas

Eran las cuatro de la tarde cuando la presión ejercida por el descontrolado rellenado del vertedero acabo reventando la ladera del monte. Una masa heterogénea de escombros, lodos y materiales peligrosos comenzó a deslizarse hacia la AP-8 que une Bilbao y Donostia, atrapando en su interior a dos trabajadores, Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, que siguen a día de hoy en paradero desconocido. Se calcula que se dispersaron medio millón de toneladas de residuos no urbanos.

Los equipos de emergencia y trabajadores acudieron al lugar, con el objetivo de rescatar a los trabajadores desaparecidos y estabilizar la ladera. Empezaron a trabajar manualmente, con palas. No fue hasta que un técnico del Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales (Osalan) llegara al lugar de los hechos cuando se emitieron las primeras advertencias sobre la presencia de amianto, 9.780 toneladas almacenadas en los últimos tres años, algo que fue confirmado dos días después por el Gobierno Vasco.

Los servicios de emergencia y trabajadores estuvieron expuestos durante por lo menos 8 horas a los contaminantes que estaban presentes en el medio ambiente sin ningún tipo de protección o advertencia. Poco importaban la salud del los presentes o el estado de los atrapados en un momento donde reabrir la circulación era la máxima prioridad para el Gobierno Vasco.

Las labores de rescate de los dos trabajadores se suspendieron un día después del accidente, debido al inquietante hallazgo, y a partir de ahí se ralentizaron. Tal y como lo relató el ex bombero y actual parlamentario por EH Bildu Mikel Otero en un vídeo publicado el 10 de febrero, «si se hubiera sabido esto desde el principio se hubiera podido establecer un dispositivo, un operativo y no se hubieran parado las labores de rescate en unas horas que eran completamente fundamentales».  

Ha habido improvisación por parte del Gobierno desde el inicio. Improvisación, desconocimiento desde su parte, y hago referencia a los altos cargos del Gobierno Vasco [...]. Desde arriba ha habido un desmadre considerable, empezando por el hecho de que mandaron trabajadores y servicios de emergencia sin ningún tipo de protección durante las primeras horas. ¿No sabían que había amianto, no sabían cuales eran las características de ese vertedero?

Esto ya enseña el nivel de improvisación que se registró. Luego vinieron las justificaciones, una detrás de otra. "No, es que los enviamos porque las vidas de los atrapados eran lo más importante". Tu no vas a controlar la situación de una central nuclear accidentada sin traje de protección, ¿no? - Declaraciones efectuadas por un habitante de Eibar a Eulixe.

Según el sindicato LAB, 5 camiones que se llevaron desde Gipuzkoa seguían sin desinfectarse 5 días después. Los camiones de los bomberos de Bizkaia fueron lavados por las empresas que realizaban este trabajo habitualmente, y no por trabajadores especializados. «El Gobierno Vasco puso en serio peligro a los agentes que acudieron y estuvieron presentes las primeras horas», afirmó el sindicato de la Ertzaintza Erne. La ropas que los agentes utilizaron mientras caminaban sobre amianto, sin ningún tipo de protección, fueron almacenados en bolsas en la comisaria de DurandoOsalan ha introducido en una lista a los trabajadores de rescate que estuvieron sin ningún tipo de protección. Se les hará seguimiento.

Fuego, falta de medidas y desinformación

El 7 de febrero, a las once de la noche aproximadamente, se inició un fuego en  la parte superior del vertedero. Un fuego que, por lo menos, duró hasta las 18:45 del martes 18 de febrero.

Los bomberos acudieron de nuevo al lugar, pero en seguida se dieron cuenta que no podían combatirlo con los recursos que disponían, ya que no podían acceder al lugar donde se iniciaron las llamas. Trajeron un helicóptero bomba desde Cantabria. El helicóptero, no obstante, dispersó las partículas en suspensión. «Lo peor fue cuando apareció el helicóptero, y, con el aire de las aspas, dispersó un montón de polvo amarillo», relató una fuente próxima al operativo de la policía vasca. El helicóptero efectuó numerosas incursiones durante el fin de semana, con el objetivo de controlar el fuego.

El 13 de febrero utilizaron un robot para rociar el lugar con el agua, seguramente debido a los altísimos niveles de contaminación presentes en el lugar. Al final, el Gobierno Vasco admitió que era necesario utilizar arena para apagar el incendio, aunque exigiera acondicionar la zona.

Ante las dificultades presentadas, sobre todo en el rescate de las dos personas atrapadas, la Delegación del Gobierno ofreció su ayuda el mismo 6 de febrero, mediante la intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME). El Gobierno Vasco declinó la oferta. Se consideró que el problema no estaba en la falta efectivos si no en la estabilización de la ladera.   

Debido a la combustión de material, se barajaba la posibilidad de que se hubiera creado una nube contaminante que afectara a los habitantes de los pueblos y barrios de alrededor. El Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco, puso una unidad móvil al rededor el vertedero, el día después de que comenzara el incendio. En las observaciones que se emitieron diariamente se afirmaba que la calidad del aire entraba dentro de los parámetros «normales».

La Agencia Agua comenzó las mediciones relativas a la calidad del agua de los alrededor del vertedero el 7 de febrero, y proporcionó los primeros datos 5 días después.

Nosotros nos preguntamos lo siguiente: ¿Pero cómo no sois capaces de subir al caserío que está más cerca y tomar ahí los datos? ¿Habéis medido la calidad del agua? Hay caseríos que tienen  ahí mismo fuentes de agua.

No eran capaces de gestionar esos mínimos. Andaban, literalmente, como pollos sin cabeza. Pasó una semana hasta que empezaran a garantizar la vigilancia de los elementos anteriormente citados - Declaraciones efectuadas por un habitante de Eibar a Eulixe.

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Desde la agencia, no constataron la existencia de «ningún problema», pero pidieron a los habitantes de algunos barrios de Zaldibar que no utilizaran el agua del grifo.

Se notaba algo raro en el ambiente. Las instituciones nos decían que todo iba bien, que bebiéramos agua del grifo, que no había ningún peligro. Pero estuvimos hablando con los habitantes  del barrio de Eitzaga y nos dijeron que les dijeron que no bebieran agua.  

Para el viernes 7 de febrero las reservas de agua se redujeron drásticamente en los supermercados. El ayuntamiento nos intentó tranquilizar pero sabíamos que algo iba mal - Declaraciones efectuadas a Eulixe por un habitante de Ermua.

Debido a la preocupación creciente y la falta de información concisa, el 10 de febrero se efectuaron manifestaciones en Zaldibar, Ermua y Eibar. El 15 de febrero se efectuó una marcha al barrio de Eitzaga que congrego a miles de ciudadanos de distintos colores políticos. La indignación era patente. Exigieron la asunción de responsabilidades y la búsqueda de los dos trabajadores desaparecidos.

 

No hubo ninguna declaración oficial ni por parte del lehendakari Iñigo Urkullu ni por parte de ningún consejero los primeros cuatro días de la crisis.  

«¿Donde están los consejeros y donde está el lehendakari que tiene que ejercer el mando y  control  de la coordinación en estos momentos tan graves? ¿Cómo es posible tener miles y miles de toneladas de residuos, personas desaparecidas, problemas en la red viaria, un incendio activo relacionado con el incidente que mantiene en vilo a las comunidades cercanas y que se hayan quedado los máximos dirigentes de este país mudos? ¿Donde está la transmisión de la información?», se preguntaba el ex bombero y parlamentario de EH Bildu Mikel Otero. 

Dejaron las gestión en manos de autoridades menos relevantes: la Viceconsejera del Gobierno Vasco, Elena Moreno, y el director del Departamento de Seguridad, Josu Zubiaga. El 9 de febrero, la mesa de crisis efectuó la primera reunión pública. Fue la primera ocasión donde Moreno y Zubiaga ofrecieron una rueda de prensa. Habían pasado 3 días desde que comenzara la crisis y 2 desde que se iniciara el fuego toxico. No habían informado tampoco hasta entonces de la existencia de una mesa de emergencia. La mesa técnica interdisciplinar, formada por los departamentos de Salud, Medio Ambiente y Justicia del Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Bizkaia, se reunió una semana después de que comenzara la crisis.

En los primeros momentos de la crisis los responsables tanto técnicos como políticos de Zaldibar estuvieron desaparecidos, por ejemplo. El alcalde y el vicealcalde, inmersos en el desconocimiento, afirmaban en una reunión inicial que no disponían de datos. ¿Pero habéis preguntado cuales son nuestra necesidades?, le preguntamos. Tuvimos que hacer presión y juntarnos para plantear cuales eran nuestras necesidades, como ciudadanos.

Después de este hecho vino el comunicado del ayuntamiento que solicitaba que se efectuara una reunión con nosotros. Esto sucedió el domingo después del accidente - Declaraciones efectuadas por un habitante de Eibar a Eulixe.  

El 10 de febrero, el Gobierno Vasco hizo un cambio de estrategia de 180 grados. Para empezar, la responsabilidad de gestionar la crisis se derivó en Iñaki Arriola, Consejero de Medio Ambiente (PSE) y Estefanía Beltrán de Heredia, Consejera de Seguridad. Ambas, autoridades de primer nivel. La primera comparecencia pública se efectuó en el ayuntamiento de Zaldibar, cuatro días después de ocurriera el colapso del vertedero.

Arriola culpó directamente a la empresa Verter. Las reflexiones sobre su supuesta implicación, no obstante, brillaron por su ausencia. Es aquí donde entra en escena también otro mandatario, celebre durante estos días por ocultar y minimizar lo sucedido: Josu Erkoreka, Consejero de la Gobernanza Pública y Autogobierno del Gobierno Vasco y portavoz del Gobierno. Erkoreka siguió la lógica establecida por Arriola, culpó a  Verter y denunció que «no estaba ayudando lo necesario». Además, responsabilizó a la oposición de actuar como «carroñeros», ya que según sus palabras estaban utilizando el caso «para dañar al Gobierno».

El mismo lunes 10 de febrero, el lehendakari Urkullu efectuó una comparecencia para comunicar que adelantaba las elecciones y que se celebrarían el 5 de abril. Una jugada maestra, si la intención real era bloquear el proceso de investigación y rendición de cuentas. No hizo ninguna mención sobre la crisis de Zaldibar, hasta que unos periodistas presentes en el lugar subrayaran el tema. «Han intentado tapar todo y el adelanto electoral se puede entender en esa clave, bloqueando así la salida de información», afirmaba un habitante de Eibar.

Después de terminar la comparecencia de prensa, Urkullu se dirigió a la reunión de coordinación entre distintos organismos. Fue la primera vez que se reunieron el Gobierno Vasco, los ayuntamientos colindantes y la Diputación Foral de Bizkaia. A partir de este instante, el Gobierno empezó a presionar a la empresa y a proporcionar la información de una manera más ordenada, dejando de lado, o en parte, el silenció inicial.

El 12 de febrero, el lehendakari se acercó por primera vez al vertedero de Zaldibar. Lo acompañaron Arriola y Beltrán de Heredia. No hubo ni una notificación ni comparecencia pública. Se reunió también con los familiares de los dos trabajadores atrapados. 

Estalla la crisis

El 14 de febrero, 7 días después de que comenzara  la crisis, no obstante, se admitió la cruda realidad: la concentración de dioxinas y furanos alrededor del vertedero eran anormalmente altas, entre 40 y 50 veces superiores a la norma establecida. El miedo se adueñó de los lugareños. «Desconocimiento, preocupación, angustia y enfado», así definió a Eulixe lo que sintió un ciudadano eibarrés.  

Pensaban que las mediciones arrojarían un nivel óptimo. Durante varios días estuvieron afirmando que todo estaba bien. En los papeles aparecen caras como representación del nivel de peligro. El jueves o el viernes [13 o 14 e febrero] en la entrada de mi casa había un papel que afirmaba que todo estaba bien. Acto seguido fuimos a una reunión con los técnicos y nos dijeron lo siguiente: "bueno, si, ahora aparecerá en las noticias que la calidad del aire no es tan bueno" - Declaraciones efectuadas por un habitante de Eibar a Eulixe.  

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Ese mismo día, el 14 de febrero, las autoridades ordenaron a los campesinos del barrio de Eitzaga (Zaldibar) que no vendieran productos agrícolas los días posteriores. Afirmaron también que comenzarían a hacer pruebas a los animales.

En una reunión anterior a que salieran los datos relativos a la presencia anómala de dioxinas y furanos les comentamos lo siguiente: habéis analizado el agua y el aire, ¿pero qué pasa con la tierra? En principio todo debería estar bien, nos dijeron. Y nosotros pensamos, ¿teniendo tantas agencias, no podéis recoger muestras de suelo y analizarlos? Y nos miraron como, "que buena idea habéis tenido". Al día siguiente vinieron a por muestras, ¿casualidad?.

A nosotros, aunque no recibimos ningún tipo de dato, nos dijeron que por "prevención" no comiéramos los alimentos cultivados en las huertas. Han estado jugando con nosotros - Declaraciones efectuadas por un habitante de Eibar a Eulixe.  

Un habitante de Ermua nos relató lo siguiente, al preguntarle sobre la complicada situación que estaban viviendo: «Yo lo llevo bastante bien porque tengo asumido que si a algún pueblo le tiene que tocar esta mierda es a Ermua, yo esto lo sé. Nunca harían un vertedero así en Neguri [barrio residencial de Getxo]. Por ejemplo la madre de mi pareja lo está llevando muy mal. Sufrió dos veces una enfermedad grave y con lo que está escuchando y viendo lo está pasando mal».

A partir del 14 de febrero, el Gobierno vasco empezó a realizar mediciones de la calidad del aire en las poblaciones cercanas al vertedero de Zaldibar, mediante dos laboratorios móviles del Servicio de Aire ubicados en Ermua y  Eibar, y la toma manual de muestras en las demás zonas.

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Las muestras que confirmaron la elevada presencia de dioxinas y furanos fueron tomados el día 9 de febrero, dos días después de que comenzara el incendio. La investigación fue llevada a cabo por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid.   

El departamento de Medio Ambiente del Ejecutivo vasco recomendó de manera preventiva a los vecinos de Zaldibar, Ermua y Eibar que no ventilaran sus casas ni realizaran deporte al aire libre. Además de esas recomendaciones, el Comité de Competición de la Federación Española de fútbol decidió suspender el partido entre el Eibar y la Real Sociedad. «Es aquí donde empezamos a asustarnos de verdad», afirmó un habitante de Ermua en declaraciones recogidas por Eulixe.

Durante los primeros dias, fueron muchos los ciudadanos que denunciaron un picor excesivo en los ojos y en la garganta. Todos los entrevistados nos subrayaron este hecho. El 17 de febrero, una farmacéutica de Eibar nos mencionó que hubo mucha gente que acudió a su farmacia para preguntar si el picor en los ojos o en la garganta era normal.

Haciendo referencia a los lixiviados del vertedero, la primera mención efectuada sobre la cuestión fue realizada por el Viceconsejero del Gobierno Vasco Moreno el 13 de febrero. Afirmó que todos los lixiviados «se almacenaban en un colector» y que «no había peligro». El 17 de febrero de 2020 el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno Vasco emitió el informe relativo al estado de la aguas colindantes al vertedero colapsado. El informe hacía referencia a las muestras tomadas hasta el 11 de febrero.

A pesar de las declaraciones efectuadas, se registró  la presencia de sustancias contaminantes y toxicas en los ríos, entre ellos en la ría Ego, que discurre por Mallabia, Zaldibar, Ermua, Eibar, Elgoibar y que desemboca en Deba.

Según afirmó el Departamento de Medio Ambiente, se efectuó una recogida de muestras durante una semana en 7 sitios diferentes y llegaron a la conclusión de que los lixiviados del vertedero de Zaldibar llegaron al rio Aixola y a la ría Ego. Registraron la presencia de amonio, etilbenceno, benceno, tolueno y xileno, entre otros compuestos. El benceno, tolueno y xileno afectan al sistema nervioso central tanto de los humano como de los animales. Pero según el informe publicado, la concentración de estas substancias «no parecía significativo».

Tal y como se establece en el informe, se registró un aumento en la afluencia de lixiviados desde que comenzó la crisis. Se afirmó que no existía una superación de las normas de calidad ambiental en ninguno de los parámetros analizados (hasta el día 11), con excepción del amonio en los puntos 3 y 4 (regata del río Aixola aguas abajo del vertedero y río Ego, tramo entre Ermua y Eibar), achacados, oficialmente, a los lixiviados de la escombrera y a las aguas urbanas no recogidas en los colectores, respectivamente. 

El 17 de febrero las medidas de prevención se extendieron a los centros educativos en las cercanías del vertedero de Zaldibar, debido a la contaminación del aire.

La Universidad del País Vasco, mediante un circular difundido por correo electrónico, pidió a las trabajadoras de los centros educativos que no fueran a trabajar si se encontraban embarazadas o en periodo de lactancia.

Fue una recomendación emitida por los Servicios de Prevención de la Universidad: «Si en los centros educativos hay mujeres que están embarazadas o en periodo de lactancia, recomendamos que no vayan a los centros educativos, que limiten lo máximo posible las idas y venidas y que estén lejos del riesgo que pueda haber». La UPV añadió que, según la Ley sobre la Prevención de Riesgos Laborales, las personas que están embarazadas o en periodo de lactancia se identifican como trabajadoras «especialmente sensibles». También remitieron la petición a las personas contratadas que residían fuera.

Esta circular se ajustó a las recomendaciones emitidas el viernes 14 de febrero. Según mencionaba la circular, los niveles de dioxina y furanos detectados no suponían «un riesgo inmediato para la salud» pero que del Departamento de Salud recomendó adoptar medidas cautelares. Esta solicitud orientada a las trabajadoras que estaban embarazas o en periodo de lactancia se alargó hasta por lo menos el jueves 20 de febrero.

El lunes 17 también fue un día inaudito para los alumnos de Educación Infantil y Primaria en las localidades de Zaldibar, Ermua y Eibar. Debido a los resultados que se publicaron el 14 de febrero sobre el análisis de la calidad del aire, no se les permitió abandonar las instalaciones durante el periodo del recreo. Por ejemplo, el centro educativo de San Lorenzo solo se encuentra a 400 metros del vertedero que, en aquellos instantes, llevaba ya casi una semana ardiendo. «Decían que todo estaba bien. De hecho, hasta se personaron al lugar para decir que todo estaba bien, y justo el próximo día [14 de febrero] salieron los datos relativos a la presencia anormal de dioxinas y furanos. Es mejor que no hubieran dicho nada y que actuaran con honestidad admitiendo que por su incapacidad tuvieron que mandar las muestras a Madrid y que estaban esperando los resultados», afirmó a Eluixe un ciudadano de Eibar.

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Esta medida de confinamiento seguía vigente, por lo menos, el 19 de febrero. La decisión fue adoptada por la dirección de los centros educativos de esas tres localidades, «para proteger a las personas de corta edad de los niveles de dioxinas y furanos detectados».

Siguiendo las medidas de prevención anunciados por el Gobierno Vasco (en la medida que recomendaba reducir en la medida de lo posible las actividades deportivas intensivas al aire libre), hacemos saber lo siguiente: toda actividad escolar de los alumnos de Educación Infantil y Primaria se realizará dentro del edificio y en el gimnasio. No habrá actividades de Educación Física, salvo el cursillo de natación. Seguiremos informándoos a medida que recibamos mas comunicaciones - Nota informativa del centro educativo San Lorenzo fechado el 16 de febrero y recogido por Berria.

«Los que tenemos hijos e hijas nos peguntamos, ¿qué olor tendrá el aire hoy? ¿saldremos a la calle? ¿qué efectos tendrá en nuestros hijos e hijas? La confusión generada por la ineficiente gestión tanto de parte del Gobierno Vasco como de los ayuntamientos es muy palpable. El fin de semana hacía un tiempo precioso, pero no andaba nadie por las calles. La gente tiene miedo, como es normal. Se ha perdido la confianza en las autoridades», concluyó uno de los ciudadanos entrevistados.  

El 20 de febrero, el Gobierno Vasco desactivó la alerta y dejó sin efecto las recomendaciones -no ventilar los hogares y no realizar deporte al aire libre- que emitió el 14 de febrero. No obstante, cinco horas después, a las 22:30, se inició un nuevo incendio en la parte superior del vertedero. Un incendio que rompió en añicos el optimismo que quisieron transmitir las autoridades de primer nivel.

Los vecinos, alarmados por la presencia de una luz intensa, llamaron a los servicios de emergencia. Media hora más tarde, alrededor de las once de la noche, el Ayuntamiento de Ermua notificó que una parte del vertedero volvió a incendiarse.

Los retenes de emergencia acudieron con rapidez al lugar. No obstante, después de observar las características del fuego, notificaron de la imposibilidad de realizar ningún tipo de trabajo de extinción durante la noche.  

«Es un único fuego y es pequeño. No tiene nada que ver con el anterior fuego. Pero no hay un camino fácil para llegar a donde el», dijo Aitor Zulueta, director de Patrimonio Natural y Cambio Climático del Departamento de Medio Ambiente, en Euskadi Irratia. Matizó que en los días posteriores seguramente se registrarían más incendios. «Es normal en estos casos», afirmó.  

La intensa luz roja emitida por las llamas y la densa columna de humo, muy visible cuando los primeros rayos de sol se asomaron a Ermua, reavivó los peores temores de los lugareños, que en parte se sentían más aliviados ya que el martes se extinguieron las llamas del incendio que duró más de una semana.  

El nuevo incendio quedo controlado (sin llamas exteriores) el viernes, 21 de febrero, minutos antes de las tres de la tarde. Según las autoridades, se utilizó material del mismo vertedero para sofocar las llamas.

Con el objetivo de proteger a la población expuesta, el Departamento de Salud del Gobierno Vasco emitió de nuevo la recomendación de no ventilar los hogares y no realizar deporte en el exterior. Esta vez las medidas se limitaron al barrio de Sallabente de Ermua, que se encuentra a poca distancia del vertedero, y fueron anuladas después de apagar el incendio.

Estas medidas provisionales y de corta duración, no obstante, generaron numerosas dudas y críticas entre los afectados, ya que consideraban que la zona de peligro no se ajustaba solamente a este barrio.

Los afectados, por su parte, seguían denunciando la falta de información. «Sin tener información y teniendo que tomar decisiones». Así se sentían los centros educativos próximos a Zaldibar después de que los niveles de dioxinas y furanos aumentaran a causa del incendio, según constató Berria. Criticaron las escasa información remitida por ciertos departamentos del Gobierno Vasco.

Por otra parte, el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales, Osalan, afirmó  que dejaba en manos de las empresas o organismos el seguimiento médico de los trabajadores que estuvieron expuestos al amianto y a otros materiales peligrosos.

"No será obligatorio realizar exámenes médicos específicos", subrayó Osalan en la nota informativa que emitió. «Nosotros no les podemos obligar, cada empresa o organismo -Ertzaintza, bomberos, Diputación Foral, Gobierno Vasco, construcciones Moyua...- tiene que tomar sus propias decisiones y nosotros les hemos dado la información», afirmó. Matizó que remitieron a los servicios de prevención la lista de los trabajadores, explicando donde estuvo cada individuo y que actividades desarrollaron las primeras horas. «Pusimos en otra lista a los que estuvieron fuera o lejos», explicó Osalan.

Consideraciones finales

La tragedia de Zaldibar ha servido para demostrar que las autoridades políticas vascas de primer nivel no estaban preparadas en aquellos instantes para gestionar de manera adecuada, desde un punto de vista político y social, catástrofes de semejante envergadura. Los errores registrados en la gestión comunicativa de la tragedia son un fiel reflejo de este problema. 

Los riesgos tecnológicos disponen de unas características especiales si los observamos desde el punto de vista político y social. En el caso del riesgo químico, concretamente, la capacidad de nuestros sentidos para detectar amenazas potenciales queda seriamente mermada debido a las características propias del riesgo.

Por decirlo de otra manera, y aplicándolo al caso de Zaldibar, aunque el humo fuera visible y hubiera personas que sentían un extraño picor en la garganta y en los ojos, era imposible determinar mediante los sentidos humanos cuales eran las sustancias que en aquellos instantes estaban dispersándose por el ambiente y el peligro que representaban.  

Los habitantes de los municipios afectados se enfrentaban a un riesgo invisible que solo se podía visibilizar realizando mediciones e interpretando los resultados obtenidos. Y es aquí donde entra en juego la elite tecno científica que dispone del conocimiento y de los medios necesarios para efectuar dicha tarea. Esto se debe a que nuestra sociedad ha delegado en este cuerpo formado por técnicos y científicos el poder de definir los riesgos, es decir, el poder de definir lo que objetivamente es peligroso y lo que no.

Resumiendo, los habitantes de Ermua, Zaldibar y Eibar se enfrentaban a un riesgo invisible y desconocido que solamente se podía visibilizar y cuantificar mediante la interpretación que efectuaban otros.

Debido a que se necesita tiempo para recoger y procesar los datos (se podría discutir si el proceso pudo acelerarse), durante cierto tiempo los habitantes de la zona 0 desconocían completamente a lo que se enfrentaban. Es aquí donde entra en juego el miedo ante lo desconocido. El humo y los picores eran sinónimo de que algo no iba bien, pero había un desconocimiento generalizado sobre el grado de peligro real. La ansiedad se volvió generalizada y el temor inundó a los habitantes de los municipios afectados.

Es posible que el Gobierno Vasco se viera colapsado ante la gravedad de los hechos y que por eso tardará más de lo debido en informar a la población expuesta. No obstante, también hay margen para especular sobre ciertos indicios que apuntan a que hubo un ocultamiento generalizado o prácticas negligentes. Además, teniendo en cuenta tanto las experiencias previas nacionales como las internacionales, es conocida de sobra la importancia que tiene la comunicación del riesgo en estas situaciones.

Según los expertos consultados por distintos medios de comunicación (muchos afines al Gobierno), tanto los niveles anormales de dioxinas y furanos detectados en el aire como los contaminantes encontrados en el agua no suponían “un peligro inmediato para la salud” de las personas afectadas. No obstante, debido a la tardanza y a los mensajes contradictorios emitidos por el Gobierno Vasco (la gravedad de la situación se reconoció el 14 de febrero), muchos habitantes desconfiaban de los mensajes emitidos por las autoridades vascas, mientras que la ansiedad seguía campando a sus anchas.  

Una crisis de este tipo exige un flujo constante de información detallada y adecuada para que el público general la comprenda. En estos casos, los Gobiernos tienen el deber de actualizar los datos constantemente, y de utilizar todos los medios (comparecencias públicas, medios tradicionales, redes sociales etc) para que la información fluya de manera adecuada en todos los niveles (diferentes administraciones, centros de todo tipo, población general etc). Tal y como lo hemos mencionado en este reportaje, hubo serias deficiencias al respecto.