En la noche del 9 de agosto de 1884, la ciudad de San José en Costa Rica se convirtió en la tercera del mundo en contar con una red eléctrica general. El servicio se inauguró a las 18:15 de la tarde y los habitantes de la ciudad y de otras poblaciones cercanas no quisieron perderse ese acontecimiento. Cientos de personas se congregaron en las principales calles de la localidad para ser testigos del momento histórico en el que la luz natural se iba ocultando a la vez que la luz artificial iluminaba de nuevo las vías urbanas. San José se convirtió así en la primera ciudad de Latinoamérica que contaba con alumbrado eléctrico y la planta que generaba la electricidad se instaló en el Barrio de Aranjuez, donde se producían 50 kilovatios para las 25 lámparas de carbón que iluminaban la población por las noches. Era una planta hidroeléctrica que se había construido después de desviar unas cañerías de unas piletas en las que bebían agua los animales y cuyo propulsor fue Manuel Víctor Dengo, un costarricense que había quedado prendado de la estación eléctrica de Pearl Stret instalada por Thomas Edison en Nueva York. Tras aliarse con el guatemalteco Luis Beltrán, fundaron la Compañía Eléctrica de Costa Rica y empezaron a pensar en la mejor manera de hacer una central que permitiera iluminar las calles de San José. Varios de los materiales se los pidieron a la compañía Thompson-Houston y en 1884 empezaba a funcionar de manera oficial el alumbrado de la ciudad. Han pasado ya 135 años y aunque oficialmente fue este el tercer lugar en el mundo en contar con iluminación eléctrica en sus calles, hay informaciones que apuntan a que otras ciudades como Lyón en Francia, Londres o Kimberly en Sudáfrica ya habían adquirido esa tecnología varios años antes, lo que pasa es que en estas localidades, las instalaciones no se llevaron a cabo de manera exitosa hasta algunos años más tarde.