¿Y si Madrid se independiza?

Madrid nunca ha conseguido superar del todo su pasado franquista. Desde hace tiempo, ese legado ideológico se ha ido mezclando con recetas neoliberales en un peligroso experimento económico y social.  Analicen a los últimos presidentes de la Comunidad: Esperanza Aguirre, Ignacio Gónzalez, Cristina Cifuentes y Diaz Ayuso. Entre todos han convertido Madrid en el bastión de los verdaderos españoles, el último reducto en el que expresar su amor a la patria a través de un suicida ensayo ultraliberal oculto bajo miles de kilómetros de telas rojigualdas, para beneficio de una reducida casta económica. La defensa a lo Torrente de esta “España” ante todo aquello que quiere destruirla (según ellos) tiene tintes entre dramáticos y surrealistas, aderezado con algo de vergüenza ajena. Pero observar esta forma de operar en mitad de una crisis sanitaria y con miles de muertes, convierte a este experimento en criminal. 

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¿Y si Madrid se independiza?

En realidad creo que nadie (o casi nadie) fuera de Madrid tiene nada contra España en sí. El problema, bajo mi punto de vista, reside en lo que han convertido la “españolidad”: la defensa a ultranza y sin contemplaciones del régimen del 78 y todo lo que representa. Aquellos que tienen una idea diferente sobre el modelo de convivencia social más adecuado para el país son enemigos de la patria, y como tal son tratados. Si eres un buen español, las cosas se dejan como están, y a callar. 

Para asegurarse de que nada cambia, toda la maquinaria del régimen se apelotona como Fuenteovejuna para defender los valores nacionales, haciendo que las cloacas rebosen por cada una de las numerosas alcantarillas que conforman la red: jueces, medios de comunicación, políticos, empresarios, fuerzas del orden… todos aquellos que están bien asentados en este sistema, los que tienen un buen sueldo y poder, no están dispuestos a escuchar siquiera a aquellos que proponen alternativas diferentes y un poquito más justas para la mayoría.

Y para poder seguir en su dominante posición apelan a la defensa de los valores tradicionales, a la unidad, a señalar culpables, al nacionalcatolicismo y a cualquier otro truco de trilero que sirva para seguir manejando a las marionetas que ingenuamente actúan en esta ópera bufa que es España. 

Los ejemplos de esta forma de actuar abundan hoy en día. Y no hace falta retroceder demasiado en el tiempo. Les voy a proponer algunos sucesos acaecidos esta semana pasada y que sirven para ilustrar este razonamiento que expongo (y que muchos tildarán de radical).  

Política trilera

A nivel político, seleccionar tan solo un episodio resulta complejo. Los ejemplos de ineptitud, necedad y cinismo de los que está haciendo gala el Gobierno de la Comunidad de Madrid son incontables. Personalmente, me quedo con el show de los dispensadores en el metro, un ejemplo perfecto para ilustrar esta mezcla de emociones que representa el Madrid profundo de hoy en día. Tras 6 meses del inicio de la pandemia y miles de muertos, a los representantes políticos de la Comunidad no se les ocurrió otra cosa que inaugurar por todo lo alto 50 dispensadores de gel para las manos, y venderlo como todo un logro y la representación de sus esfuerzos en la lucha contra el coronavirus. Un dispensador para cada 270.000 usuarios. Creo que sobran las explicaciones. Nos mean encima y ya ni se molestan en decir que llueve. Total, ¿para qué?

Pero sin duda la personificación de esta vieja-nueva forma de hacer política es la IDA. Sin el más mínimo atisbo de rubor pasó de manejar las redes sociales del perro de Esperanza Aguirre a manejar la Comunidad de Madrid. Y vistos los resultados, para ella no hay mucha diferencia. Cuando en Madrid hacían falta rastreadores, ella contrató curas. Cuando hacían falta médicos, se puso a construir un hospital. Cuando hacían falta menús escolares, encargó unas pizzas. Cuando hacían falta enfermeros, trajo militares. Y así con todo. El absurdo, la improvisación, la privatización de los recursos públicos y llevar la contraria al Gobierno central y a los enemigos de España como forma de vida. Son tantas sus idas de olla que ya no sabemos si es un plan o realmente no hay nadie al volante. Ayer mismo Ayuso convocó una cumbre económica, y olvidó invitar a su consejero de Economía...

Eso si, hay que reconocer que tiene los ovarios cuadrados. Ella sabe perfectamente que el problema que hace que Madrid sea la peor ciudad de Europa respecto a la incidencia del coronavirus es que la Comunidad que ella dirige está a la cola en inversión en sanidad pública de España. No hay más. Y sin embargo se atreve a culpar a los inmigrantes, a los barrios pobres o a Berlín si hace falta. Y lo dice sin ponerse roja siquiera. Lo cierto es que  a veces me hace dudar si es terriblemente inteligente y malvada, o terriblemente lela y manipulada. 

El problema, además de los miles de muertos claro, es todo lo que sucede mientras nosotros nos reímos de la pobre Ayuso. Como por ejemplo que se hable menos de la mayor red de corrupción política de los últimos tiempos y que salpica directamente a toda la anterior cúpula de su partido (operación Kitchen). O que se reforme de urgencia la ley del suelo, que sirve para repartirse entre sus superiores media ciudad.

En mitad de una terrible pandemia de la que Madrid es el epicentro europeo, sus dirigentes políticos no son capaces de contratar rastreadores, ni personal sanitario ni ponerse de acuerdo con el Gobierno central, pero si tienen tiempo para sacar adelante y sin debate una reforma express de la ley del suelo para favorecer la especulación urbanística. Casualmente, la constructora de Florentino Pérez ha subido en bolsa un 16% tras esta aprobación. Quizás el tonto sea yo y en Madrid la mayoría de la población sean especuladores urbanísticos como Florentino. A estas alturas ya me creo casi cualquier cosa para entender este comportamiento suicida. 

Ayuso, no estás sola

A nivel social también tenemos representantes de esta España rancia, absurda y suicida. Un claro ejemplo es la "Asociación Nacional de Víctimas y Afectados por el Coronavirus". Puede parecer inmoral denominar con estos términos a una asociación de víctimas de una enfermedad. No se preocupen, no es una asociación de verdad, es solo un chiringuito montado por un partido de extrema derecha cuya finalidad es chupar del bote y utilizar a las víctimas de esta pandemia con una evidente intencionalidad política. 

Ejemplo de su modus operandi es la maravillosa perfomance sucedida la semana pasada en un parque de Madrid, donde plantaron 53.000 banderas de plástico. Resulta chocante que en mitad de la crisis sanitaria se dediquen tantos esfuerzos y recursos en un acto de estas características, en lugar de ayudar a mitigar los daños. Resumiendo: no sabemos gestionar la crisis sanitaria ni económica que vivimos, pero mira cuantas banderas españolas y mucho españolas!!

Justicia vendo, que para mi no tengo

Otro ejemplo evidente sucedido esta misma semana y que refleja claramente esta conducta sociópata organizada desde diferentes estamentos del poder estatal lo tenemos en la justicia. Uno se esfuerza en creer ella, de verdad que si. Pero lo cierto es que cuanto más se está atento a lo que sucede y a cómo actúa en ciertos aspectos, más complicado se vuelve. Y sin justicia no puede haber paz, así que asistimos a un tema de máxima importancia para la convivencia social.

A día de hoy, me atrevo a decir que parte de la justicia española está secuestrada por esa banda de extrema derecha que dirige el país. Esta semana hemos visto tantos casos que así lo indican que asusta. 

Hemos asistido por ejemplo a la absolución de los 34 estafadores de Bankia, tras hacernos perder más de 20.000 millones de dinero público. Se trata de una de las mayores estafas legalizadas en la historia del Estado español. La Audiencia Nacional absolvió a los 34 acusados por la salida a Bolsa de Bankia, alegando que contó con la aprobación de todos los supervisores. Es decir, en lugar de castigar también a los supervisores por no hacer su trabajo correctamente, absuelven a los estafadores, y así todos contentos. Expolio consumado. Y esto el mismo día que inhabilitaron al actual Presidente de la Generalitat de Catalunya por desobedecer a la Junta Electoral Central y no quitar unos lazos amarillos, y también mientras un grupo de chavales se pudre en prisión por una pelea en un bar (entre muchos otros casos aberrantes). 

Este tipo de situaciones se producen porque la justicia nunca ha tenido realmente independencia ni se ha separado de la política. Ejemplo evidente es que 10 de los 16 jueces del Tribunal de Orden Público franquista ascendieron al Tribunal Supremo o la Audiencia Nacional inmediatamente después de su disolución. Y así seguimos. Los cargos del máximo órgano judicial del Estado español, el Consejo General del Poder Judicial, han sido nombrados desde entonces por políticos del PP o del PSOE a su gusto, y a día de hoy es el PP quien tiene secuestrado este órgano al impedir su renovación. Es tan aberrante esta situación que parece que se pasó de rosca y ya da igual. No se entiende de otro modo que esta misma semana este Poder Judicial en funciones nombrara para el Supremo al único juez de la Gürtel que pidió la absolución del PP. 

Reseteando España

La memoria es otro de los campos de batalla para los defensores del régimen del 78. Y Madrid su posición avanzada como no podía ser de otra manera. También esta semana pasada asistimos entre incrédulos y enojados a ver cómo el Alcalde de la ciudad, Martínez-Almeida, decidió retirar las calles de Largo Caballero e Indalecio Prieto del callejero de Madrid, y mantener en su lugar la calle en honor a Los Caídos de la División Azul. Esta iniciativa fue puesta en marcha por el partido de extrema derecha con el logo verde, quien asegura que “personajes siniestros de nuestra historia no deben formar parte de los nombres de las calles y las plazas”, en un bochornoso intento de comparar a los golpistas fascistas con el gobierno legítimo de la II República. 

Es decir, el Alcalde de Madrid se posiciona abiertamente del lado del bando nacional en pleno año 2020. Un Alcalde considerado moderado por los suyos, y que apoya públicamente a los fascistas que dieron un golpe de estado en 1936, mientras lleva al olvido al legítimo Gobierno por aquel entonces. Entended que los plebeyos que vemos desde los arrabales estos actos consideremos que algo muy grave está pasando en la capital del reino...

Epílogo

Cuando todo iba """bien""", parece que este sistema de castas postfranquista era sobrellevado mejor por gran parte de la población. El problema es que ahora las cosas no pintan tan bien. Las  razones para ser pesimistas son múltiples y variadas: a la pandemia global se unen una crisis medioambiental crítica y un modelo de convivencia social y económico en evidente decadencia. Personalmente, aunque siempre había pensado que moriría sin ver demasiados cambios en la sociedad, a día de hoy me atrevo a aventurar que seremos muchos los que sentiremos en nuestras carnes una metamorfosis planetaria de importante magnitud.

Es urgente y necesario un nuevo contrato social mediante el cual pactemos unas nuevas normas de convivencia. Las cosas no pueden seguir como hasta ahora, en eso parece que todos estamos de acuerdo. Excepto los más rancios defensores de lo suyo y sus lobotomizados seguidores-esclavo, que prefieren verlo todo reducido a cenizas desde su cómoda posición de conducción antes de ceder el volante, o siquiera girar un poco. 

Por eso, y como parece que no hay manera de hacer cambiar de opinión a ninguna de las dos partes implicadas, propongo desde esta atalaya de inconformismo la siguiente solución: que la Comunidad de Madrid se independice y realice su experimento neoliberal postfranquista en paz. Todos aquellos madrileños que deseen alojamiento en lo que quede de España (cuyo nombre y forma de organización social se podría decidir en un referéndum o en un duelo de bailes entre comunidades, ya se vería) serán bien recibidos. Del mismo modo, aquellos que quieran formar parte de la España primigenia, representada en la presidencia de doña Isabel Díaz Ayuso, lo podrán hacer libremente (una especie de intercambio de fachas por progres vaya). A su vez, otras regiones periféricas de la Comunidad ( y toda aquella otra que lo desee) podrán formar parte también del experimento como regiones de ultramar... 

 

PD: Obviamente este último párrafo está escrito en clave de humor, en un desesperado intento del autor de no caer en la frustración, la desidia o la quema indiscriminada de mobiliario urbano.