El discurso de Felipe VI: tarde, mal y a rastras ( y silenciado por las cacerolas)

El mensaje de anoche era quizás uno de los más esperados e importantes en la vida de Felipe VI como monarca, a pesar de llegar con 5 días de retraso desde la declaración del estado de alarma. La distópica situación que vive el Estado español hacía especialmente relevante el discurso de su jefe de Estado. Y su situación personal, acorralado por todos los casos de corrupción y tejemanejes varios, le otorgaba un especial morbo. 
ETatpmUWsAE0XQE
@desinfocat
El discurso de Felipe VI: tarde, mal y a rastras ( y silenciado por las cacerolas)

En total, 14,6 millones de personas escucharon el discurso. Y se quedaron tal cual. Porque aparte de ofrecer “ánimo y cariño” (e intentar escurrir el bulto) Felipe VI no dijo absolutamente nada. Ni medidas, ni referencias a su padre o a la corrupción, ni sorpresas. Nada. 7 minutos de recurrir a la épica y la fe. Palabras vacías en un momento trascendental, lo que pone de manifiesto la utilidad real de su figura. No podemos saber el número de personas que estaban golpeando cacerolas desde sus ventanas y balcones mientras el borbón hablaba, pero me atrevería a decir que superaron el número de espectadores de su discurso. Si, afirmación tan vacía y especulativa como las palabras de Felipe. 

Si algo deberíamos aprender una vez superada  esta extraña y compleja situación es que la sanidad pública es un tesoro que debemos cuidar por encima de todas las cosas. También que la religión no cura. Queda a su vez bastante claro que es la clase trabajadora la que está siempre al pie del cañón, de la que depende la economía y la que nos salva en momentos de crisis. Así como los lazos sociales olvidados. Y también se pone de manifiesto que la monarquía no sirve para nada mas que malgastar recursos. El mensaje de ayer de Felipe VI así lo evidencia. Y si, estoy de acuerdo en que un momento de crisis como éste no es el mejor para tirarnos los trastos a la cabeza. Pero recordemos que la corrupción sistémica puede hacer tanto daño a la democracia y a la población como un virus. No deberíamos olvidarlo una vez vencido el coronavirus. 

Repasemos algunas de las frases principales del discurso:

Ante esta situación, lo primero que quiero hacer es enviar todo mi cariño y afecto, junto a la Reina y nuestras hijas, a tantas familias en toda España que desgraciadamente han sufrido la pérdida de alguno de sus seres queridos. También lo hacemos a todos los que estáis especialmente afectados, tanto en lo personal como en vuestro entorno, por este virus y sus consecuencias. A todos vosotros, mucha fuerza y mucho ánimo. 

Habrá quien agradezca el cariño y afecto borbónico, pero parece evidente que no es lo que la ciudadanía necesita. Lo que realmente hace falta son recursos para poder atender en condiciones seguras a los afectados. El cariño y el afecto ya nos lo ofrecemos entre nosotros. Lo que debería hacer un Jefe de Estado es tomar medidas y aportar en lo posible al bien común. Los cientos de millones de euros obtenidos de modo ilegal gracias a su privilegiada situación y escondidos en paraísos fiscales serían muchísimo más útiles que su cariño y afecto, majestad.

Estoy seguro de que todos vamos a dar ejemplo, una vez más, de responsabilidad, sentido del deber y, sobre todo, de solidaridad. Todos debemos contribuir a ese esfuerzo colectivo con nuestras acciones.

Cierto. Muy cierto. Pero saliendo de su boca resulta más contradictorio que un republicano del PSOE. Porque él sin duda no es ejemplo de responsabilidad. Una persona responsable no ocultaría durante casi un año que es beneficiario de una cuenta en Suiza donde se guarda el dinero de comisiones ilegales procedentes de Arabia Saudí. Tampoco es Felipe VI ejemplo de sentido del deber. Si lo fuera, cumpliría de modo efectivo con sus responsabilidades como jefe de Estado, y no da la impresión de que lo esté haciendo. Un discurso vacío, 5 días después de declararse el estado de alarma, no parece ser demasiado útil. Lo sería por ejemplo poner a disposición de la ciudadanía los hospitales militares del que él es máxima autoridad. Y sin duda alguna, el monarca no es ejemplo de solidaridad y esfuerzo colectivo. Si lo fuera, donaría parte de su ingente e inmoral fortuna a la sanidad pública, que es lo que realmente hace falta en este momento. Aunque solo fuera un acto de cara a la galería. Pero ni así. Más que el Rey de España parece la Virgen del Puño. 

Ahora debemos dejar de lado nuestras diferencias. Debemos unirnos en torno a un mismo objetivo: superar esta grave situación.

Otra gran verdad. Y así sucederá, superaremos esta grave situación juntos, el pueblo. Sin embargo da la sensación de que él está utilizando esta grave situación de modo absolutamente egoísta para escurrir el bulto de todos los escándalos que lo rodean. Si no fuese así no emitiría un comunicado para decir que renuncia a la inmoral herencia de su padre (jurídicamente no se pueda hacer, pero ese es otro tema) el mismo día que se declara el Estado de Alarma, buscando pasar desapercibido bajo el paraguas del miedo al coronavirus. Y que 5 días después nos pida que dejemos de lado nuestras diferencias, de este modo, y en estas circunstancias, resulta cuando menos controvertido.

Este virus no nos vencerá. Al contrario. Nos va a hacer más fuertes como sociedad; una sociedad más comprometida, más solidaria, más unida. Una sociedad en pie frente a cualquier adversidad.

Otra vez dando en el clavo, su majestad. Porque este virus nos está haciendo recordar muchas cosas que habíamos olvidado como sociedad. Nos hace ver las cosas imprescindibles, que no son otras que aquellas que aportan beneficio social y utilidad real (que no “Real”). Como lo es la sanidad pública y sus trabajadores ( y todo el estado del bienestar en su conjunto), los lazos sociales, los camioneros, los limpiadores, los reponedores (y muchos otros currantes de diversos sectores), la familia (como cada uno la entienda), etc… y en esta larga lista, desde luego que, al menos en mi humilde opinión, los borbones no aportan nada (al contrario, restan). Sonará demasiado lírico quizás, pero en estos momentos se vuelve casi una revelación: solo el pueblo salva al pueblo.