Vulneración de derechos humanos y represión en Turquía (Parte II)

Desde la llegada al poder de Erdogan,Turquía está viviendo un considerable retroceso en materia de derechos humanos. El nuevo sultán impone su ley y la represión se ha convertido en el mecanismo para depurar a aquellos que puedan representar algún tupo de amenaza, ya sea real o irreal, a las aspiraciones de consolidar y aumentar su poder. Analizamos el recorte que se ha producido en materia de democracia y derechos humanos en Turquía en la última década, centrándonos en este segunda parte en la situación que viven los periodistas y las voces discordantes en el país.

Fotografías de Juan Teixeira.

turquia Juan Teixeira
Vulneración de derechos humanos y represión en Turquía (Parte II)

Desde la llegada al poder de Erdogan, Turquía está viviendo un considerable retroceso en materia de derechos humanos. El Presidente ha desmantelado el modelo político que se instauró con Atatürk en la década de 1920, y amparándose en el islamismo (muy presente en las zonas rurales) y las políticas expansionistas y de influencia (intervención en Oriente Medio y crisis de refugiados) pretende crear una especie de “nuevo Imperio Otomano” que traiga de vuelta las épicas de un pasado “glorioso”.

A día de hoy, el nuevo sultán impone su ley, y la represión se ha convertido en el mecanismo para depurar a aquellos que puedan representar algún tupo de amenaza, ya sea real o irreal, a las aspiraciones de consolidar y aumentar su poder. El fallido golpe de estado de 2016 fue un momento de inflexión al respecto. Erdogan lo capitalizó para impulsar una masiva purga en todos los sectores sociales, desde militares a académicos, profesores, miembros de la fiscalía y de la judicatura, y por supuesto periodistas y activistas. Una auténtica caza de brujas que se extendió por todo el país.

Libertad de prensa en Turquía

Según la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), a día de hoy, la libertad de prensa se encuentra en una situación “difícil” en Turquía. Según esta ONG fundada en Francia, el país se encuentra en la posición 154 de una lista de 180. Por ejemplo, según RSF, países como Afganistán o México gozan de una mayor libertad de prensa que Turquía. El Centro para la Libertad de Estocolmo avala esta situación: desde el intento de golpe de estado en Turquía, se han juzgado y condenado a 62 periodistas, 192 han sido detenidos y sobre 142 pesa una orden de búsqueda.

TV

Inmediatamente después del intento de golpe militar, según recoge Público, se cerraron por decreto 16 canales de televisión, 23 emisoras de radio, 45 periódicos, 15 revistas y 29 editoriales bajo la acusación de estar vinculados al presunto organizador del golpe, y después los cierres se extendieron arbitrariamente a los medios de izquierdas o a los kurdos, incluyendo su canal de programación infantil. Algunos de estos cierres se pudieron verse en directo, con la policía entrando en plena emisión.

Se calcula que sólo tras el intento de golpe militar perdieron su trabajo 2.500 periodistas. A día de hoy, el país se mantiene como el país con el mayor número de periodistas encarcelados en el mundo. Concretamente en 2016, un tercio de los periodistas y personal o directivos de prensa encarcelados en todo el mundo se encontraban en Turquía.  

Por ejemplo, el 25 de abril de 2018, después de un juicio con carácter marcadamente político que se prolongó diecisiete meses, el poder judicial turco dio un paso más en la restricción de la libertad de prensa y condenó a catorce trabajadores del periódico independiente más destacado de Turquía, el centro izquierdista y laico Cumhuriyet.

La sentencia destacó por su dureza y por ser totalmente desproporcionada. Condenó a los 14 trabajadores del medio (directivos, periodistas y caricaturistas) a penas de entre dos años y medio y siete años y medio de prisión por sus ejercer su profesión.

Los profesionales de Cumhuriyet fueron condenados en virtud de las acusaciones falsas de haber apoyado y ayudado a tres grupos diferentes que se consideran organizaciones terroristas proscritas en Turquía: el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), el Frente revolucionario de Liberación Popular y el Movimiento Gülenista. Los cargos se relacionaban directamente con las actividades periodísticas del medio de comunicación y su postura crítica con el Gobierno de Erdogan.

Desde que fue fundado en 1924, Cumhuriyet ha sido el periódico independiente más importante de Turquía. En 2016, fue galardonado con el prestigioso Right Livelihood Award, conocido como el Premio Nobel Alternativo “por su periodismo de investigación valiente y su compromiso con la libertad de expresión frente a la opresión, la censura, el encarcelamiento y las amenazas de muerte”. A lo largo de los años, cinco de sus empleados han sido asesinados y, pese a ello, ha seguido proporcionando información crítica sobre cuestiones de derechos humanos, igualdad de género, laicidad y protección del medio ambiente.

La libertad es un bien maravilloso y uno se da cuenta de su valor al perderla. Tanto el periódico Cumhuriyet como sus periodistas dicen la verdad en todas las circunstancias y siempre lo hemos hecho. El periodismo no es un delito – Murat Sabuncu, director del periódico condenado a siete años y seis meses de prisión en 2018.

Los ataques a la libertad de prensa no se han limitado, no obstante, solo a los rotativos. Las webs bloqueadas se cuentan por decenas de miles, por ejemplo. Plataformas como YouTube, Facebook o Twitter han sido habitualmente bloqueadas en momentos de protestas y violencia política. Por poner otro ejemplo, en junio de 2017 Wikipedia llevaba ya dos meses bloqueada. A raíz de una negativa de retirar información sobre la relación de Turquía con grupos yihadistas en Siria y con estados fundamentalistas, las autoridades decidieron bloquear la enciclopedia entera.

Otra estrategia que se ha vuelto habitual en los últimos años ha sido la no renovación de contratos para la emisión a través del satélite. Estas denegaciones de servicio no necesitan estar justificadas, y obedecen a los mandatos que vienen desde “arriba”.

En otras ocasiones el camino escogido para neutralizar a un medio incómodo mediante el poder ha sido abrirle una inspección de hacienda e imponerle una multa cuantiosa. Por ejemplo, esto es lo que le ocurrió al grupo Dogan, tras cubrir sus medios unos casos de corrupción relacionados con la familia del Presidente. 

Por otra parte, suceden también incautaciones de medios, que son colocados bajo la gestión de los administradores estatales, o llevados directamente a subasta pública. Es fue el caso del diario de tirada nacional Sabah. El medio pasó a ser controlado por un grupo de empresarios liderados por el yerno del propio Erdogan, y su línea editorial se transformó en una especie de altavoz del partido del Gobierno.

El caso de Sabah ilustra la acción gubernamental de crear un universo de medios privados afines al Gobierno. Este universo incluye medios dispuestos a variar los porcentajes obtenidos en estudios de intención de voto durante las elecciones, o la realización de entrevistas al Presidente en momentos de crisis.

La prensa extranjera ha conocido también el carácter de la represión ejercida por Erdogan:

Der Spiegel, el mayor semanario europeo, apenas puede trabajar en Turquía, ya sea porque a su corresponsal se le niega la acreditación, ya sea por sufrir amenazas anónimas tras informar sobre temas relacionados con la familia de Erdogan. Deniz Yucel, corresponsal de Die Welt, está en prisión, y el freelance francés Loup Bureau, con experiencia en Ucrania, Pakistán y Egipto, también está entre rejas tras informar sobre temas kurdos – Público (2017)

Represión contra las voces discordantes

Erdogan, con el objetivo de afianzar su poder y neutralizar a las voces disidentes está purgando a los colectivos “no deseables”. Bajo las acusaciones de “ser miembro de una organización terrorista armada” o de realizar “apología del terrorismo”, son miles las personas que se encuentran en prisión o bajo fianza.

Según el Consejo General de la Abogacía española, Turquía está abusando permanentemente de sus leyes antiterroristas y esto significa que cientos de miles de ciudadanos turcos han sido encarcelados con pocas o ninguna prueba de actividad terrorista real.

La definición demasiado amplia de terrorismo y de pertenencia a una organización delictiva y la tendencia del poder judicial a ampliarlas aún más no es un problema nuevo en Turquía, como lo atestiguan numerosas sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos … su problema ha alcanzado niveles sin precedentes en los últimos tiempos… Estos procedimientos, combinados con un uso gratuito de la detención preventiva, ponen injustamente en peligro la vida de muchas personas en Turquía, incluidos muchos defensores de los derechos humanos - Dunja Mijatovic, Comisionada de Derechos Humanos del Consejo de Europa (2019)

Si bien en 2013 se imputaron a 8.416 personas por delitos definido en el artículo 314 del Código Penal (pertenencia a una organización terrorista armada), el número de acusaciones aumentó a 146.731 en 2017 y finalmente a 115.753 en 2018.

Si se refiere con una misma etiqueta a un alcalde preocupado por los problemas de sus ciudadanos, estudiantes y académicos que critican al Gobierno, a un profesor de un colegio de Gülen en Indonesia, a un periodista que critica la operación de Siria, y también a alguien que mata a la gente con morteros, una definición tan amplia de terrorismo no pasaría la prueba de respetar el Estado de derecho y los derechos humanos. Entonces, ¿todo el mundo es un terrorista? Si lo usas para todo y para todos, nada ni nadie es un terrorista, al fin y al cabo – Nacho Sánchez Amor, relator del Parlamento Europeo para Turquía (2019)

No obstante, la impecable represión no ha logrado amedrentar a ciertas voces díscolas, que siguen día a día con su lucha. Este es el caso de la banda de folk Grup Yorum. Durante sus 35 años de existencia, el colectivo musical formado por decenas de miembros ha destacado por producir canciones políticas de temáticas socialista y antiimperialista. A día de hoy, siete miembros del grupo están acusados de “terrorismo” por supuestos vínculos con el Partido Frente Revolucionario de Liberación del Pueblo.

El 7 de mayo de este año, la tragedia volvió a rodear de nuevo a este grupo musical, ya que el músico turco y miembro de la banda Ibrahim Gökçek falleció tras 323 días en huelga de hambre. Gökçek es el tercer miembro del grupo que muere por esta protesta, ya que anteriormente Helin Bölek y Mustafa Koçak también perdieron su vida.

Este ejemplo ilustra un movimiento de resistencia muy heterogéneo y amplio que sigue luchando por recuperar los derechos y las libertades que están siendo neutralizados a una velocidad vertiginosa y en pos de crear un país más justo que respete tanto las reclamaciones de las minorías nacionales como las sociales. Mientras, Erdogan sigue implementando su agenda tanto a nivel nacional como internacional, utilizando para ello todos los recursos que dispone.