El trabajo infantil oculto tras el placer del chocolate

La mano de obra infantil es utilizada en muchas de las grandes plantaciones de cacao que hay en el mundo. Las granjas de África Occidental, sobre todo las que hay en lugares como Costa de Marfil y Ghana, son conocidas por emplear a niños pobres en condiciones extremas para sacar adelante sus cosechas. En los últimos años se han intentado poner en marcha algunos proyectos para controlar esta alarmante situación, pero no dejan de ser simples parches para el problema de fondo que hay en esos países: la pobreza extrema. La pasividad de las autoridades y el afán lucrativo de algunas de las grandes empresas chocolateras, hacen que la explotación infantil en el sector del cacao siga siendo un grave problema en pleno siglo XXI. 
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Semillas de cacao (DAVID GREENWOOD-HAIGH)
El trabajo infantil oculto tras el placer del chocolate

Hoy es el Día Internacional del chocolate. Cuando hablamos de este milenario vicio es imposible que no nos vengan a la mente calificativos como delicioso, adictivo, placentero... pero también nos acordamos de todos los mitos que hay en torno a este alimento, como que provoca diabetes, que excita demasiado o que si abusas de él te salen granos.

Aunque hay muchos estudios que han desmontado todas estas leyendas urbanas, lo cierto es que cada vez que comemos chocolate parece que estamos cometiendo un pequeño pecado y puede que este pensamiento tenga un porqué. Cada vez que le damos un bocado a una onza de chocolate pasamos por alto cuestiones como ¿cuál es su procedencia?, ¿cuáles son los países que más cacao producen?, o sobre todo ¿quiénes se encargan de proporcionarnos la materia prima de este producto? Intentando contestar a esta última pregunta, hemos encontrado varias informaciones que relacionan la industria del chocolate con la esclavitud infantil y puede que sea de ahí de donde proceda esa punzada de remordimiento que aparece muchas de las veces que comemos este producto. Por eso hemos querido adentrarnos un poco más en el mundo de la producción del cacao, para conocer más de cerca algunas cifras del sector y tomar conciencia sobre las duras condiciones de trabajo a las que están sometidos sus trabajadores, sobre todo muchos niños en lugares como Costa de Marfil, donde la mano de obra infantil es utilizada en condiciones extremas por muchas de las grandes empresas alimentarias relacionadas con el cacao.

La producción del cacao en el mundo

El chocolate está hecho de los granos de caco que proceden de un árbol llamado cacaotero, más concretamente de su semilla. Al parecer, el origen del consumo de chocolate hay que buscarlo hace más de cinco milenios en las sociedades precolombianas de Centroamérica. En la actualidad, la industria chocolatera es muy importante a nivel mundial, ya que si tenemos en cuenta los datos del año 2016, anualmente este negocio mueve unos 98 billones de dólares. La mayoría de los principales países productores de caco se encuentran en climas cálidos, destacando algunas zonas tropicales de América, México, Colombia, Costa Rica o Venezuela y el mayor productor a nivel mundial es Costa de Marfil, que anualmente produce unas 2,000 toneladas según datos extraídos de último Barómetro del Cacao.

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En total este país suministra casi el 40% del cacao de todo el mundo y las grandes empresas chocolateras como Nestlé y Cadbury reciben de él gran parte de la materia prima que necesitan para elaborar sus productos. Pero resulta chocante saber que en el lugar en el que hay mayor producción mundial de cacao, el chocolate es un bien difícil de encontrar y muy caro. Incluso es curioso ver como muchos de los campesinos que se encargan de producirlo, nunca han probado una onza de chocolate.

La producción de cacao en manos infantiles

Además, en el país en el que más toneladas de cacao se producen a nivel mundial, también hemos encontrado otro dato sorprendente y es que en muchas de las plantaciones que hay en esa zona, se dan condiciones de trabajo extremas que han levantado gran polémica, sobre todo porque están relacionadas con el empleo de mano de obra infantil. En el año 2009, el Departamento de Estado de EE.UU, estimó en más de 100.000 los niños que trabajan en la producción de caco en Costa de Marfil en condiciones muy duras. Aunque son pocos los datos oficiales sobre esta materia, la Universidad de Tulane en Nueva Orleans, también ha concluido en un informe elaborado a través de encuestas realizadas en 2,300 hogares de de Ghana y Costa de Marfil, que el número de niños que trabajan en las plantaciones de cacao aumentó en el segundo país un 59% entre los años 2009 y 2014, mientras que en el primero la cifra disminuyó notablemente debido al hecho de que hay mayor estabilidad política dentro de sus fronteras. Muchas de las grandes granjas que se encargan de la gigantesca producción de cacao en esas naciones, hacen trabajar a los menores de edad más de 100 horas semanales, estando sometidos a grandes esfuerzos físicos, o siendo en muchas ocasiones privados de recibir educación y esto ha hecho que muchas ONGs presenten quejas oficiales para intentar poner medidas ante esta situación tan alarmante.

Según Abby McGill, directora de campañas del Foro Internacional para los Derechos Laborales (ILRF por sus siglas en inglés), la mayoría de las familias que se dedican al cultivo del cacao en África Occidental ganan menos de 2 euros al día, lo que les obliga a meter a sus propios hijos en las plantaciones para poder sobrevivir.

La mayor parte de los productores de cacao viven en una pobreza extrema. Sólo reciben una fracción del precio por el que finalmente se venden los productos de chocolate - Abby McGill

El gran problema no es solo que los niños estén sometidos a duras condiciones de trabajo, sino que para los empresarios son mucho más baratos y manejables y al no haber a penas regulación sobre esta materia, se ha convertido en una práctica muy extendida en los grandes países productores de cacao. Las familias necesitan sacar a sus hijos de las escuelas y ponerles a trabajar para intentar salir de la situación de pobreza y los empresarios se aprovechan de este hecho intentando sacar el máximo provecho, haciéndolo incluso, en muchas ocasiones, fuera de la legalidad. El tema de la esclavitud infantil también es muy preocupante, ya que según denuncian algunas ONGs y en varios informes elaborados por Unicef, en muchas ocasiones los niños son comprados a sus padres por un mísero precio o incluso son robados para ser trasladados a la fuerza a las plantaciones y ser obligados a trabajar en condiciones extremas.

Esclavitud-infantil-Un niño cargando con gran peso en una de las plantaciones de cacao de Costa de Marfil (CONFECTIONERYNEWS)

Para darnos cuenta del alcance de este problema, dos economistas han decidido analizar cuánto influye económicamente el uso de mano de obra infantil en la industria del cacao y los resultados han sido sorprendentes. Jeff Luckstead y Lawton L. Nalley han desarrollado un modelo con el cual han calculado cuánto habría que aumentar el precio del cacao para que sus productores siguieran obteniendo los mismos beneficios sin tener que emplear a niños. Para acabar con esta práctica por completo, habría que incrementar el coste un 47%, pero para intentar terminar con las tareas más extremas solo haría falta subir el precio del cacao un 2,8%, algo que en la práctica se traduciría en un aumento de menos de un céntimo en el precio de una tableta de chocolate que cueste unos dos euros. Este trabajo está englobado dentro de un proyecto de la Fundación Mundial del Cacao que lleva por nombre Cocoa Livelihood Program y que pretende mejorar las condiciones de vida de los menores que trabajan en los grandes países productores de cacao. El informe no detalla si los consumidores estarían o no dispuestos a asumir ese incremento, pero si que sirve para ver de manera gráfica que la subida de precio sería insignificante y podría ser beneficiosa tanto para los niños, como para el propio sector. Aquellas plantaciones que se acogieran a esta medida que primara las buenas condiciones de trabajo a cambio de una subida de precio, podrían diferenciar también su cacao de otros países y mejorar así su comercialización.

Otras posibles soluciones

Otro economista, Jonas Fahiraman, cree que la subida del precio del cacao puede ser la única solución para “aumentar el poder adquisitivo de los agricultores para que puedan invertir en sus plantaciones y cumplir con la legislación laboral”. Pero sobre todo considera que es muy importante eliminar en esos países productores la percepción de que este tipo de prácticas son algo normal. Para intentar acabar con las formas abusivas de trabajo infantil, en 2001 se firmó en Estados Unidos el protocolo Harkin-Engle, por el que se propone como solución dar primas y poner etiquetas de calidad de origen a los países que eliminen este tipo de mano de obra de sus plantaciones.

Algunas de las grandes productoras de cacao a nivel mundial también han decidido tomar cartas en el asunto e intentar combatir el trabajo infantil en sus granjas de producción y mejorar además las condiciones de vida de los agricultores de cacao. Muchos de los mayores fabricantes se han comprometido a reducir el número de contrataciones de mano de obra menor de edad y han empezado a poner en marcha programas que analicen la situación y ayuden a los productores locales. Uno de los más destacados es el Nestlé Cocoa Plan, con el que se ha analizado la situación en la que trabajaban los agricultores de su cadena para intentar buscar soluciones e intentar mejorar su calidad de vida y de trabajo. Pero la mano de obra infantil es muy rentable para los productores y parece que aunque intenten buscar mejoras, ni ellos mismos se atreven a garantizar que no haya “niños trabajando en su cadena de suministros”.

El problema en sí viene generado porque el negocio del chocolate es cada vez mayor. La demanda supera la oferta, siendo Europa uno de los principales consumidores, y los precios se han incrementado notablemente en los últimos años por esta razón. Controlar las prácticas abusivas no es tan sencillo como se plantea en estos programas, que tienen como uno de sus objetivos principales, el dar a conocer su "obra de buena fe" a nivel mundial y en muchas ocasiones las medidas que plantean, son tan solo parches para ayudar a los cultivadores de manera momentánea.

Los programas en sí son positivos, pero sobre todo el interés de los propios fabricantes - Abby McGill

La directora de campañas del ILRF, Abby McGill asegura que a largo plazo hay que intentar buscar cambios estructurales en este sector, para que el círculo vicioso de trabajar en condiciones extremas para salir de la pobreza termine. De nada sirve ayudar a unos pocos niños en un momento puntual, cuando las economías de esos lugares están tan empobrecidas que hacen que la mayoría de las familias intenten buscar todas las formas posibles para salir de su situación de pobreza.

La solución del comercio justo

En muchas ocasiones, como denuncian desde algunas organizaciones como Oxfam, el problema radica en que las grandes productoras de cacao se aprovechan de las familias más pobres ofreciéndoles a sus hijos un puesto de trabajo en las plantaciones. Ese empleo es verdadero, pero sus jornadas laborales superan en muchas ocasiones las 100 horas semanales, en condiciones durísimas, sin recibir educación y en la mayoría de los casos cobrando una miseria. En determinados países, los productores prefieren contratar mano de obra infantil porque es mucho más barata y aunque cada vez hay más legislación que regula las condiciones de vida y la edad mínima de los niños trabajadores, en la práctica estas normativas no suelen cumplirse. Las normas de comercio justo prohíben el uso forzado de niños y les facilitan las condiciones de trabajo, pero también son importantes porque garantiza unos ingresos mínimos para que los agricultores puedan invertir en desarrollo de proyectos locales que mejoren su calidad de vida. Ante la búsqueda de soluciones efectivas contra las prácticas abusivas y el empleo de mano de obra infantil en las plantas de caco de los mayores países productores del mundo, parece que cada vez se apuesta más por la producción en cooperativas que garanticen este tipo de comercio justo.

Las discusiones sobre el precio del cacao y otros productos básicos son complejas, pero es necesario tenerlas. Proporcionar un precio justo al agricultor puede ser un punto de partida clave para abordar la pobreza y el trabajo infantil. Sin embargo, este no es el único problema a tratar. El acceso a servicios de calidad como educación, salud y registro de nacimientos es igualmente importante - Muhammad Rafiq Khan, de la oficina de Unicef en Ghana.

Esperemos que esta práctica sea, como dice  Muhammad Rafiq Khan, el punto de partida para intentar acabar con todas las prácticas tan poco decorosas que se ocultan detrás de la producción de un manjar tan deseado como el chocolate.