¿Quién está diseñando el futuro de la humanidad?

Actualmente, la mayoría de las ideas y proyectos que vislumbran el futuro están siendo concebidas y desarrolladas por una pequeña minoría de individuos ultrarricos y empresas del sector privado. El papel de los Estados y sus ciudadanos en el desarrollo científico tecnológico se está viendo mermada por la irrupción de esta nueva élite que cuenta con casi inagotables recursos económicos. El mercado decide mientras que las opciones democráticas para el desarrollo del futuro se desvanecen. Como ejemplos, el plan de Elon Musk y Space X para construir una colonia con una cúpula de vidrio en Marte, o el plan de Jeff Bezos de crear colonias flotantes. El futuro de la humanidad ya no lo decide la humanidad, sino empresas privadas y sus omnipotentes magnates.

Illustration of the SpaceX Crew Dragon and Falcon 9 rocket during the company’s uncrewed In-Flight Abort Test for NASA’s Commercial Crew Program. This demonstration test of Crew Dragon’s launch escape capabilities is designed to provide valuable data toward NASA certifying SpaceX’s crew transportation system for carrying astronauts to and from the International Space Station.
Ilustración del cohete SpaceX Crew Dragon y Falcon 9 durante la prueba de aborto en vuelo sin tripulación de la compañía para el programa de tripulación comercial de la NASA. Esta prueba de demostración de las capacidades de escape de lanzamiento de Crew Dragon está diseñada para proporcionar datos valiosos para que la NASA certifique el sistema de transporte de tripulaciones de SpaceX para transportar astronautas hacia y desde la Estación Espacial Internacional. Fuente: Wikipedia / Space X
¿Quién está diseñando el futuro de la humanidad?

El pasado año, un grupo de inversores de criptomonedas compró un crucero fuera de servicio denominado Pacific Dawn y lo rebautizó como MS Satoshi en honor al supuesto creador del Bitcoin. Los miembros pertenecían a la comunidad “seasteading”, un movimiento experimental que quiere crear ciudades-estado autónomas y flotantes en aguas internacionales. Sin embargo, el proyecto MS Satoshi fue un fracaso, significando un gran revés para el movimiento. El barco se vendió por piezas en diciembre, después de que los propietarios del barco no pudieran obtener un seguro para su viaje a aguas internacionales.

Este episodio ilustra uno de los aspectos más preocupantes de lo que podría calificarse como “el movimiento del futurismo”: la mayoría de las ideas y proyectos que vislumbran el futuro están siendo concebidas y desarrolladas por una pequeña minoría de individuos ultrarricos y empresas del sector privado. El papel de los Estados en el desarrollo científico tecnológico se está viendo mermada por la irrupción de esta nueva elite que cuenta con casi inagotables recursos económicos.

Según el profesor del Instituto de Arquitectura del Sur de California Matt Shaw, estas visiones del futuro tienen un atractivo seductor. “Hermosas representaciones digitales nos invitan a mundos brillantes y altamente conceptuales”, subraya. Algunos ejemplos serían los siguientes: el plan de Elon Musk y Space X para construir una colonia con una cúpula de vidrio en Marte, o el plan de Jeff Bezos de colonias flotantes.

En la Tierra, Virgin Hyperloop One de Richard Branson ha trabajado con los mejores arquitectos del planeta para producir imágenes espectaculares e inspiradores de un mundo conectado por cápsulas propulsadas por vacío y sin emisiones. Por otro lado, el Undeground de Musk promete viajes más cortos, mientras que en nuestros hogares estamos encantados con el potencial de Nest y Alexa. “Como toda buena ideología, este futurismo privatizado afecta a todo, desde infraestructuras globales hasta los electrodomésticos de cocina”, afirma Shaw.

Este tipo de proyectos utiliza imágenes que a menudo son fantásticas con el objetivo de inspirar la imaginación del público y generar consenso sobre estas ideas. Sin embargo, en el pasado, muchas de las propuestas de carácter progresistas eran producidas por académicos, artistas y agencias gubernamentales.

En las décadas de 1960 y 1970, hubo muchas visiones del futuro hechas por artistas, académicos y agencias públicas. Las propuestas tecnocráticas dieron forma a muchas de las ideas contraculturales de la época. [Por ejemplo] La Marina de los EE.UU. aprobó los planes de Buckminster Fuller para Triton City, un desarrollo de viviendas flotantes diseñado para 100.000 personas en la Bahía de Chesapeake, y fue encargado por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de EE.UU. – Martin Shaw

Sin embargo, actualmente el futuro está casi completamente visionado por las empresas privadas que son propiedad de multimillonarios de la tecnología. “Por qué les importa nuestra imaginación? ¿Qué está en juego cuando compramos? ¿Qué significa que se privatice el futuro?”, se pregunta al respecto Shaw.

[…] Se trata, en última instancia, de dictar políticas y propiedad. Si las empresas controlan la imagen del futuro, entonces controlan el futuro mismo y pueden controlar la infraestructura. En última instancia, definirán cómo funciona la sociedad. Plataformas como Amazon Web Services, Facebook y Robinhood se han convertido en infraestructuras masivas que controlan gran parte de nuestra economía y la esfera pública – Martin Shaw, profesor del Instituto de Arquitectura del Sur de California

Este fenómeno, sin embargo, no es nuevo. En la Feria Mundial de 1939, la corporación General Motors presentó Futurama, una “concepción artística” que mostró su visión del mundo de 1960. Al respecto, el diseñador de GM Bed Geddes escribió lo siguiente sobre los planes futuros: “Existe una obligación federal de desarrollar los recursos de tierra, agua, energía y riqueza natural del país. Y no hay un compromiso más importante para estas obligaciones que el desarrollo de instalaciones para el transporte nacional”.  Al defender la inversión del Gobierno Federal y la creación de un consenso público, con la ayuda de imágenes tomadas de artistas de vanguardia como los futuristas italianos, GM contribuyó al consenso público que condujo al sistema de carreteras interestatales en 1956.

Los futuros privatizados de hoy en día toman directamente las propuestas utópicas que se produjeron en la década de los 60 y 70. Por ejemplo, Blue Origin, el plan de colonización espacial de Bezos, casi copia el trabajo realizado por el físico Gerard O’Neill en 1975 para la NASA. No obstante, según Shaw, los ideales libertarios y tecnocráticos de Silicon Valley podrían extender “los aspectos más oscuros del hiper-capitalismo”. Por ejemplo, Space X quiere transportar colonos a Marte por 500.000 dólares el billete, con préstamos disponibles que podrían amortizarse.

Bezos dejará Amazon para dedicarse a Blue Origin y los viajes espaciales; quiere una misión tripulada a la Luna en tres años. Musk, por su parte, apuesta por Marte: su idea es crear ‘un puente aéreo’ entre ambos planetas. Quiere conquistar el ‘planeta rojo’ antes del 2026 - ABC

Por último, Shaw realiza la siguiente reflexión:

Debemos imaginar futuros colectivos con más espíritu público, en los que el mercado sólo no puede dictar todo, desde la vivienda hasta la regulación ambiental y los derechos mineros. Al igual que los futuristas de las décadas de 1960 y 1970, ¿podemos pensar de maneras asombrosamente audaces y democráticas? Por lo menos, tenemos que intentarlo. Debido a que alguien tiene que definir el mañana hoy, es crucial que no dejemos la imagen del futuro en las manos decisivas de los multimillonarios de la tecnología – Martin Shaw

Fuente: The Guardian / ABC