¿Quién está detrás de las protestas por las restricciones contra la covid-19?

El Gobierno "progresista" liderado por Pedro Sánchez se encuentra cada vez más contra las cuerdas: los datos no mejoran sino que empeoran, la medidas llegan tarde y su impacto es devastador para la sociedad. La destrucción de empleo, el empobrecimiento general y las medidas restrictivas empujan a las clases más desfavorecidas a salir a la calle, ya que la situación es cada vez más dramática. Esta tensa situación ha provocado el inicio de una nueva ola de protestas que han salpicado numerosas localidades del Estado. A día de hoy, hay tres colectivos mayoritarios al frente de estas protestas: los que niegan la versión oficial sobre el coronavirus (negacionistas), la  extrema derecha, y por último, la izquierda revolucionaria. Colectivos sin duda muy alejados ideológicamente, pero con el denominador común de oponerse al Gobierno en sus medidas contra el coronavirus.

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¿Quién está detrás de las protestas por las restricciones contra la covid-19?

Los primeros incidentes de importancia se registraron el martes pasado en el barrio de Pino Montano, de Sevilla, una zona de clase obrera en la que una protesta pacífica de un centenar de personas contra las restricciones desembocó en lanzamiento de petardos, quema de contenedores y lanzamiento de piedras. Fuentes policiales vincularon entonces aquellos altercados a grupos ultras de fútbol.

La llama prendió en otras ciudades los siguientes días. El jueves le tocó a Bilbao. El viernes los disturbios se extendieron a Barcelona –donde se produjeron una veintena de heridos- y al barrio del Gamonal, en Burgos, además de a Santander, Valencia y Zaragoza. La noche del sábado les tocó el turno a Vitoria, Logroño, Madrid, Guadalajara, Sevilla, Granada, Cartagena, Barcelona, las capitales vascas... una veintena de ciudades, en total.

A día de hoy, hay tres colectivos mayoritarios: los que niegan la versión oficial sobre el coronavirus, la extrema derecha, y por último, la izquierda revolucionaria. Debido a este hecho, y para entender mejor el eje de la protesta, es de vital importancia analizar la forma de actuar de estos tres colectivos:

Los negacionistas

Este colectivo lo forman un grupo heterogéneo de personas (con un variado perfil ideológico) que no creen en la versión oficial, por considerarla "tergiversada", "falsa" o con "lagunas". Es decir, este movimiento engloba a los que simple y llanamente niegan la existencia del virus, niegan su peligrosidad, están en contra de las medidas de protección y control y que, entre otras cosas, entienden que detrás de la pandemia existen tecnologías como el 5G, una elite mundial que quiere "esclavizar a la población mundial" y un largo etc.  

La irrupción de este colectivo heterogéneo se produjo cuando el coronavirus ya se había esparcido por todos los sitios como un asesino despiadado y el Gobierno tomaba las primeras medidas excepcionales para controlar lo que se nos venía encima. No es nada nuevo, ya que, muy probablemente, este colectivo diverso sigue la estela marcada por otros tanto en Estados Unidos como en ciertos países europeos.

Sus sitios web y cuentas en redes sociales abiertas o en redes de mensajería privada (como Telegram y Whatsapp) originan o importan del extranjero muchos de los bulos [...] El movimiento no es nuevo. Bebe de corrientes anti-sistema, pseudocientíficas, esotéricas, conspiracionistas y anti-vacuna con décadas de historia. Los partidarios de la pseudociencia y los anti-vacuna han aprovechado la incertidumbre de estos meses de COVID-19 para expandir su oposición a estos preparados inmunitarios a través de argumentos engañosos. Es lo que hizo en un hilo viral con muchas mentiras uno de los “líderes ideológicos” del movimiento, Miguel Bosé - RTVE

Durante el confinamiento, muchos difundieron información falsa sobre la "relación" entre el coronavirus y el 5G, por ejemplo, o sobre diversas teorías de la conspiración, y después de que se levantara la medida, se manifestaron contra el uso de la mascarillas y las medidas de control.

Manifestación celebrada el 17 de agosto en Madrid 

Este grupo ha tenido sus ramificaciones en todo el Estado y las manifestaciones se han producido en numerosos puntos. Uno de los últimos se produjo el 31 de octubre en Gipuzkoa. 

En este caso, la organización vasca Osasuna Eta Eskubideak (Salud y Derechos), organizó una "caravana informativa" compuesta por una docena de vehículos que trascurrió por una quincena de pueblos de Gipuzkoa. Los lemas que se transmitieron fueron los siguientes: "no a la mascarilla obligatoria"," terminar con las PCR", "debate científico" y "nuestra salud es nuestra responsabilidad". 

La organización, creada en septiembre, defiende que muchas de las decisiones que se están tomando con motivo del coronavirus "son dudosas". Afirma que lo que se ha puesto en marcha es "la quiebra masiva de los estados", "y esto está siendo programado y deseado por los grandes acumuladores de riqueza". Junto a elloestablecen una vinculación entre el 5G y el coronavirus.

Además, creen que el confinamiento fue "una medida de eugenesia social, planificada anteriormente", que las PCR "son herramientas para controlar a la sociedad", que el uso de las mascarillas "no sirve para nada" y que la vacuna es un invento del Bill Gates "para exterminar a la población mundial".

Según nuevos datos, desde el martes 3 de noviembre, grupos negacionistas y anticonfinamiento que cuentan con miles de seguidores comparten nuevo contenido para llamar a la acción a través de un nuevo colectivo con el slogan “Policías por la libertad”.

Este grupo utiliza una proclama que apela a que los cuerpos de seguridad se unan a las manifestaciones, por ejemplo en Madrid, el próximo sábado. De hecho, entre sus filas ya cuentan con 500 agentes de seguridad de todas las categorías y cuerpos del Estado como policías nacionales, Guardia Civil, o Mossos d’Esquadra entre otros. Además, el conjunto ya tiene un canal de Youtube para reclutar a más miembros y, además de dar consejos acerca de cómo librarse de las sanciones que les puedan imponer por no seguir las recomendaciones de seguridad contra el virus, ofrecen apoyo moral y asesoramiento a las personas negacionistas que lo deseen.

La organizadora de las protestas contra el estado de alarma recientemente convocadas, la policía Sonia Vescovacci, declara que “con esta marcha lo que queremos hacer es mostrarle al Gobierno nuestro total desacuerdo con todas las medidas restrictivas de derechos que está imponiendo a los españoles”. 

Extrema derecha

Según los datos que se disponen en la actualidad, se puede afirmar que en numerosas ocasiones, detrás de ciertas protestas, o en algunos casos, inmersos en la protestas, estaban grupos de extrema derecha.

En el caso de Barcelona (30 de octubre), el estallido de violencia se produjo durante una concentración en la plaza Sant Jaume tras una manifestación negacionista de la Covid-19. Se quemó parte del mobiliario urbano y se arrojaron bengalas y vallas a los Mossos.

El director de los Mossos atribuyó a un grupúsculo de extrema derecha la autoría de los disturbios, y mostró sus sospechas sobre "una posible coordinación con otras ciudades españolas y también con Italia".

Se observó la aparición de varias pintadas en la calle, algunas en contra de las medidas («demoniocracia», «Covid 1984»), otras negacionistas («coronatimo», «Plandemia») y otras de carácter racista (Fuck Jewish).

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Fuente: Twitter.

Unas horas después, se confirmó que la extrema derecha organizó numerosos actos en todo el Estado español y que participó en ellos. En Logroño, por ejemplo, fue el responsable nacional de las juventudes del partido neonazi Democracia Nacional quien anunció el 27 de octubre concentraciones en Barcelona, Logroño y Zaragoza, pidiendo "máxima difusión".

En este sentido, Vox la Rioja difundió videos en los que se veían los actos violentos que se registraron. El tweet fue retirado unas horas después.

En las redes sociales se pueden observar un sin fin de publicaciones que demuestran que durante los disturbios que se registraron en varios puntos del Estado español la extrema derecha estaba presente. Al respecto, el trabajo realizado por Julían Macías Tovar, activista contra la desinformación digital, muestra este hecho:

Santiago Abascal, líder de la formación ultraderechista VOX, culpó a la extrema izquierda y a los "menas" de los actos de violencia que se registraron en distintas localidades, y se mostró "muy comprensivo" con las protestas que se produjeron contra la adopción de medidas restrictivas.

Al respecto, Abascal pidió a la policía que "protegiera el derecho de manifestación" a través de sus redes sociales. Asimismo, pidió que "se identificaran y que se detuvieran a la extrema izquierda, los menas e infiltrados que provocaron los disturbios y los saqueos". En este sentido, justificó las manifestaciones asegurando que eran "producto de la indignación de los ciudadanos".

No obstante, numerosas cuentas de Twitter desmontaron las acusaciones de Abascal:

Ultras de derechas incendian las calles, sus símbolos les delatan aunque intenten ocultarse, sólo Vox les apoya y después se escabulle y culpa a Menas y antifas, sin embargo, la prensa mayoritaria les llama "negacionistas", evita decir que son neonazis y acaba buscando culpables también en la extrema izquierda, aunque no hay pruebas por ningún lado de su participación. Cómo no va a ascender la ultraderecha si los medios más influyentes no los denuncian, no los señalan y sí les dan alas y sí los blanquean. De la tolerancia con el fascismo viene esta violencia. Los cayetanos no pudieron hacer caer al Gobierno con las cacerolas, tampoco con la moción de censura, ahora es el turno de los ultras con sus algaradas. Agitar el árbol para que Vox recoja las nueces - Javier Gallego

La organización en grupos

Lo que también ha quedado demostrado es que numerosos grupos ultras han utilizado las redes y los canales de información de aplicaciones como Telegram para alentar las protestas. Con llamamientos a través de las redes como "la Constitución española no podrá protegeros, los cómplices sois carne de soga", "esta es nuestra tierra y hay que defenderla", "fuera menas de nuestros barrios" o "luchar o morir", estos grupos han dejado claro cuál es su postura.

Según Tovar, "todas estas convocatorias son públicas en grupos de Telegram de extrema derecha y pseudonegacionistas". Además, indica  que "hay varios grupos abiertos con información de estas movilizaciones, donde vemos numerosas cuentas con logos de VOX y la bandera de la serpiente usada por libertarios y por el KuKlusKlan. Y usuarios celebres como Dr Papaya, detenido por incitar a la violencia con varias SIM".

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Fuente: Contrainformación

Izquierda revolucionaria

Actualmente, en el Estado español la izquierda revolucionaria sigue manteniéndose fuerte en territorios como en el País Vasco y Cataluña, y en menor medida, en Madrid. Además, a lo largo y ancho del Estado, la presencia de grupos de izquierda radical es notoria en ciertas localidades.  

Desde este sector, se subraya el hecho de que el más dignificado por esta crisis es la clase trabajadora, es decir, el que sufre en mayor medida los efectos de las  restricciones, la pérdida de empleo etc.

El 26 de octubre, cientos de personas, 800 según la Guardia Urbana, se manifestaron por la noche en Barcelona contra el toque de queda y las restricciones impuestas para evitar la expansión del coronavirus. La movilización fue convocada por la izquierda independentista y varios sectores sociales. Aunque hacia las 21:00 horas la CUP dio concluida la protesta, se produjeron disturbios de baja intensidad.

La pancarta principal de la CUP instaba a "reforzar el sistema sanitario y el educativo, la suspensión del pago de alquileres e hipotecas y de los despidos y desahucios".

Los manifestantes portaban pequeñas pancartas contra las medidas del Govern en las que se leían frases como "más sanidad, menos militares o “vida antes que capital” o "recortar la sanidad mata y han coreado lemas como el “el que siembra miseria recoge rabia” - El País

En Girona un centenar de personas, convocadas por la Esquerra Independentista, se concentraron ante la Delegación de la Generalitat. Los manifestantes llevaron la mascarilla durante todo el acto, y no se la quitaron ni siquiera durante la lectura del manifiesto. Los portavoces criticaron la “privación de derechos y libertades” que supone el estado de alarma y el toque de queda, y pidieron más recursos públicos para afrontar la crisis del covid-19.

En el País Vasco, el colectivo GKS (Gazte Koordinadora Sozialista / Coordinadora de Jóvenes Socialistas) organizó el pasado sábado concentraciones en 13 localidades. Cientos de jóvenes se congregaron pacíficamente y portando la mascarilla bajo el lema "Burgesiaren zuzeneko diktadura gelditu! (Parar la dictadura directa de la burguesía).   

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Fuente: Gedar

EULIXE estuvo presente en la concentración que se celebró en San Sebastián. El portavoz de GKS nos proporcionó la siguiente declaración: "Hacemos un análisis donde se observa que bajo la excusa de las medidas sanitarias, la alta burguesía está adoptando mecanismos para mantener y poner nuevos cimientos a la explotación de la clase trabajadora. Debido a esto, defendemos la organización de los trabajadores para hacer frente a la dictadura de la burguesía, priorizando las medidas de protección sanitarias y la defensa de las libertades políticas".   

Desde GKS nos confirmaron que "las movilizaciones continuarán", y que seguirán "analizando la situación" para "poder fortalecer la organización de los trabajadores". Al respecto, este sábado se realizaran concentraciones en 13 localidades vascas.

Por otro lado, la izquierda abertzale oficial sigue con su campaña "Gure hautua bizitzak" (Nuestra decisión las vidas). Al respecto, se critica "la criminalización de los jóvenes y las medidas de control social", y se aboga por "el cuidado y la organización", por "el fortalecimiento de los servicios públicos" y por qué "la crisis la pague el capital". El pasado sábado se efectuaron manifestaciones en ciudades como Gasteiz, y se han hecho nuevos llamamientos de protesta pacífica.

Conclusiones finales

Desde que el pasado 31 de enero fuera identificado el primer caso de Covid en España, el virus ha infectado a más de 1.280.000 personas. Según las cifras proporcionadas por el Ministerio de Sanidad, de ellas más de 38.000 han perdido la vida. No obstante, la cifra real podría ser aún más devastadora: el INE, a partir de los registros civiles, calcula que desde marzo han fallecido unas 60.000 personas más que en la media de los cuatro años anteriores.

El país permaneció durante más de tres meses en estado de alarma (entre el 14 de marzo y el 21 de junio), un periodo en el que la población fue confinada en sus hogares para que la curva de contagios bajara. En los peores momentos de la pandemia, especialmente entre finales de marzo y principios de abril (según los datos disponibles), se llegaron a registrar más de 900 muertos diarios oficiales por la Covid-19.

Sin embargo, "la nueva normalidad", la etapa abierta tras el fin del primer estado de alarma, ha quedado destruida por una segunda ola que ha llevado al país a superar el millón de casos diagnosticados. El pasado domingo, el Gobierno central decretó un segundo estado de alarma durante 15 días, que espera prorrogar hasta el 9 de mayo con el beneplácito del Congreso. Por el momento se ha impuesto el toque de queda en toda España (a excepción de canarias) y las comunidades más afectadas están adoptando las medidas oportunas para controlar la nueva ola (restricciones de movimiento, cierre de localidades etc.).

Mientras tanto, los hospitales vuelven a vivir momentos de tensión. La saturación es desigual en el país, pero ya hay unidades de cuidados intensivos (UCI) que rozan o superan el 100% de su capacidad instalada y las visitas a Urgencias han crecido un 40% en pocos días.

Como es bien sabido, las presiones ejercidas por el entramado económico provocaron que el Gobierno efectuara una desescalada demasiado rápida, sin tener en cuenta o teniendo en cuenta pero ignorando, la experiencia de otros territorios que sufrieron antes el mismo destino.

El Gobierno, aunque sea de carácter progresista (o eso se afirma oficialmente), está supeditado a los intereses de la oligarquía financiera, que prima el beneficio ante todo lo demás. Los oligarcas mandan, el Gobierno obedece, y para que el rebaño no se altere se anuncian medidas como "los presupuestos más sociales de la historia" que en sí no tocan ni un ápice a las clases dominantes del Estado y mejoran levemente la situación de la clase trabajadora.

Fue durante el inicio de la fase de desescalada cuando el presidente del Gobierno animaba asiduamente a la sociedad a que saliera y que consumiera (sin ningún tipo de control durante varios meses). Las voces que alertaban de una segunda ola, aunque empezaron a sonar cada vez más fuerte, fueron ignoradas. Oficialmente se había controlado la pandemia, y no había atisbos de una segunda ola. El hecho de que se lanzara este mensaje (obviando el riesgo real o teniendo consciencia y mintiendo a la sociedad) empujó a miles de personas a salir y a consumir, recuperando así en cierta medida los meses de primavera que se perdieron.  

Después de la campaña de verano, y ya en septiembre, la realidad se impuso. El coronavirus se estaba extendiendo mientras que el Gobierno empezó a maniobrar, pausadamente y no con demasiada contundencia. Llegó el otoño y la situación se volvió, otra vez, incontrolable. El nuevo estallido ha provocado una nueva declaración del estado de alarma, pero esta vez, y por el momento, la gestión ha sido delegada a los presidentes de cada comunidad.

Debido a la situación de crisis que atraviesa al Estado, es muy probable que nos encontremos ante un nuevo ciclo de protestas que englobarán tanto a los que no defienden la versión oficial, como a la ultraderecha y la izquierda revolucionaria. La destrucción de empleo, el empobrecimiento general y las medidas restrictivas empujaran a las clases más desfavorecidas a salir a la calle, ya que la situación es cada vez más dramática.

Los datos apuntan a que la extrema derecha seguirá incidiendo en las protestas y que continuará intentando capitalizar las mismas como método de presión política. Aunque en las concentraciones de la semana pasada los grupos activos eran reducidos, es posible que aumenten de tamaño y que haya un intento para captar a los indignados sin ninguna conexión política clara. Por otro lado, la izquierda revolucionaria se consolidará como frente de acción en los emplazamientos donde tiene fuerza. Por último, es posible también que los que no defienden la versión oficial sigan convocando manifestaciones y difundiendo su mensaje negacionista y o conspiranoico. La fiesta está servida.