1.010 periodistas fueron asesinados entre 2006 y 2017

1.010 periodistas fueron asesinados entre 2006 y 2017
La impunidad por los crímenes contra los periodistas sigue constituyendo un gran reto. Solo 115 de los 1010 asesinatos de este tipo registrados por la UNESCO en los últimos 12 años dieron lugar a un proceso judicial en el que se condenó a uno o varios autores. Esto significa que el 89% de los casos siguen sin resolverse. Todo esto conduce a la autocensura en la profesión y entre el público y animan a los que quieren acallar voces a golpe de asesinato. Solo hace cinco años desde que la ONU fijó el día 2 de noviembre para celebra el Día Internacional para poner fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas."No más asesinatos sin castigo" fue el lema que Naciones Unidas promovió en la jornada de este año 2018, que tuvo lugar en medio del caso del periodista saudí Jamal Khashoggi, asesinado dentro del consulado saudí de Estambul, donde fue estrangulado y descuartizado. La UNESCO ha publicado con motivo de esta jornada un informe centrado en los años 2016-2017, en el que se concluye que 182 periodistas fueron asesinados: una voz silenciada cada cuatro días. Estas muertes arrojan luz sobre los riesgos extremos que sufren los profesionales que dedican su vida a informar, sin importar el lugar. Aunque los datos registrados en 2017 (80 asesinados, el dato más bajo desde 2011) han mejorado respecto a 2016, cuando se registraron 102 asesinatos. En el periodo estudiado destaca negativamente el año 2012 con 124 periodistas ajusticiados. Sin embargo, esa tendencia no parece confirmarse en 2018, ya que en lo que va de año han sido asesinados 88 reporteros. La mayor parte de los asesinatos, en el pasado año, tuvieron lugar en la región de Asia y el Pacífico (34% del total de asesinatos), mientras que en 2016, el mayor número de ellos se produjo en los Estados Árabes (31%). Dentro de este apartado, cabe destacar que en este periodo bianual México y Afganistán fueron las dos naciones más golpeadas por los asesinatos, 26 y 24 muertes, respectivamente.   Desde 2014, la UNESCO ha observado un aumento constante de la proporción de los asesinatos de periodistas en países que no están afectados por conflictos armados como se puede observar en el siguiente gráfico. Resulta curioso que en 2017 la mayoría de los periodistas (55%) fueron asesinados en países que no estaban afectados por conflictos armados. Siendo la mayoría de estos periodistas asesinados por por informar sobre temas relacionados con la corrupción, el tráfico y las infracciones cometidas por políticos. Otra de las tendencias negativas que destaca el informe es que durante 2017 murieron 11 mujeres, la cifra más alta registrada desde que la UNESCO comenzó a informar sobre los asesinatos de periodistas el año 2006. Además de los asesinatos, también sufren acoso y agresiones sexuales, amenazas y, según los recientes informes que baraja la UNESCO, un ascenso del acoso on-line.   No obstante, aunque la proporción de mujeres entre las víctimas mortales ha aumentado, los hombres siguen representando la inmensa mayoría (el 86% en 2017) de las víctimas de los ataques mortales contra periodistas. Esto podría obedecer al hecho de que por estereotipos imperantes, hay menos mujeres periodistas trabajando en zonas peligrosas o informando sobre temas delicados, como la corrupción política o la delincuencia organizada. Los periodistas que trabajan para televisión fueron el grupo más afectado, específicamente, los reporteros encargados de cubrir los conflictos en Afganistán, Iraq, Siria y Yemen. Trabajan con frecuencia en primera línea y, por tanto, corren más riesgo de ser asesinados en un fuego cruzado o de ser elegidos directamente como blanco por las partes en conflicto.  Asimismo, los reporteros locales representan el 90% de todos los periodistas asesinados en 2017, pero, según la UNESCO, sus muertes reciben “mucha menos atención mediática que la que se presta a los de periodistas y corresponsales extranjeros” El presente informe se centra en el asesinato de periodistas, que es la forma más extrema de censura. Sin embargo, ello no es más que la punta del iceberg de los ataques contra los periodistas, que van desde las agresiones físicas sin resultado de muerte, los secuestros, las detenciones ilegales, las amenazas o represalias contra los familiares. Para aumentar la seguridad de los periodistas a escala mundial y combatir la impunidad por los crímenes cometidos contra ellos se requiere un esfuerzo concertado de todas las partes interesadas.