En la actualidad, más de la mitad de la población de todo el mundo se considera clase media. Aunque no hay una fórmula exacta que nos diga a que clase social pertenecemos cada uno, si que es verdad que el Fondo Monetario Internacional (FMI) inventó una fórmula basada en la paridad del poder adquisitivo (la suma final de cantidades de bienes y servicios producidos en un país) para crear un estándar dependiendo de los datos extraídos en cada zona. Así, aquellos que gastan entre 11 y 110 dólares por persona y día se consideran que están dentro del umbral de la clase media. Ahí estarían todos aquellos que se puede permitir por ejemplo, comprar bienes duraderos (cohes, motos..) y que tiene dinero suficiente para gastar en entretenimiento, viajes…

Ahora bien, podría parecer fácil pasar de una clase a otra cuando, por ejemplo, se encuentra un buen trabajo, pero lo cierto es que como mínimo se suelen tardar dos generaciones para cambiar de estatus social. Es decir, una persona de la clase baja, que por suerte encuentra un buen trabajo y le permite vivir mejor, no se considera que ha ascendido de clase, sino que serán sus hijos los que notarán realmente el cambio. Además, esto dependerá del país, porque el mínimo son dos generaciones en lugares como Dinamarca, pero por ejemplo, en España, se necesitan 4 generaciones para pasar de la clase baja a la clase media de su sociedad. En algunos países el número de generaciones supera incluso la decena, como en Colombia, que para ascender de clase tienen que pasar 11 generaciones.

Todos estos datos se extraen del último informe de movilidad social elaborado por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), en el que además se recoge información sobre cómo influye el nivel de estudios y el puesto de trabajo de los padres en la posición social que ocupan los hijos.

Datos como que 1 de cada 2 hijos de padres directivos se convierte en directivo, o que tan solo 1 de cada 4 hijos de padres obreros se convierte en directivo, dejan claro que tener padres con buen puesto de trabajo, ayuda a que los hijos también sigan esa línea.

En cuanto a la educación, la OCDE asegura que 4 de cada 10 hijos de padres con bajo nivel educativo terminan con baja formación. Además, preocupa ver como en lugares como México el porcentaje de personas de entre 25 y 30 años que no han alcanzado estudios de nivel superior de secundaria está por encima del 50%. En España ese porcentaje se sitúa en el 34% y en el otro extremo, el de los que si consiguen llegar a lo que conocemos como el bachillerato, están países como Israel (6%), Polonia (5%) o Corea del Sur, en donde tan solo un 2% de los jóvenes en esa franja de edad no consigue llegar a realizar estudios superiores.

FUENTES: OCDE