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La dictadura argentina fusiló en 1930 al anarquista Joaquín Penina

El joven era albañil, fue acusado de haber propagado manifiestos anarquistas y condenado sin haberse realizado un juicio previo 

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La dictadura argentina fusiló en 1930 al anarquista Joaquín Penina

El 9 de septiembre de 1930 el joven albañil Joaquín Penina fue secuestrado en la ciudad argentina de Rosario. Su condición de extranjero y anarquista hizo que fuera detenido de forma ilegal por las fuerzas de seguridad de la recién instalada dictadura de Uriburu y asesinado entre los días 10 y 11 de septiembre. Este hecho marcó el inicio de una época en la que las desapariciones forzadas de personas eran una constante y cuyo momento más dramático se alcanzó en los años setenta.

Joaquín Penina fue un trabajador de la construcción que vivía en Barcelona, pero que al parecer, se fue a vivir a la ciudad de Rosario en 1925 huyendo de la dictadura de Primo de Rivera, ya que era un militante anarcosindicalista. A su llegada a Argentina se afilió al gremio de los albañiles y comenzó a militar en la Federación Obrera Local Rosarina. El obrero era también un hombre muy comprometido con las causas sociales y el 9 de Septiembre de 1930 fue detenido en su casa junto a sus amigos Constantini y Porta, acusados de haber propagado manifiestos anarquistas. Los tres fueron condenados a muerte sin juicio previo, pero Porta consiguió escapar y Constantini fue puesto en libertad. La noche del 10 al 11 de septiembre el subteniente Jorge Rodríguez, el jefe del pelotón de fusilamiento, mandó ejecutar a Penina y 10 años más tarde este alto cargo contó como fueron los últimos momentos del obrero anarquista:

Fue bajado del camión y sintió el ruido de las cargas de las pistolas. Entonces yo, que lo tenía a un paso, lo vi abrir los ojos en mirada de asombro y rápidamente comprender. Dio un medio paso atrás y le vi morderse el labio inferior como si prefiriera sentir el dolor de su carne más no el temor… No quise prolongar la valiente agonía de ese hombre. Ordené: ¡Apunten! Entonces el reo giró la cabeza hacia la izquierda y mirando con odio al grupo que presenciaba, gritó: "-¡Viva la anarquía! Después todos nos acercamos hasta donde estaba el cadáver y alguien dijo: `Fue un valiente hasta el último momento`. -  Jorge Rodríguez