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Se cumplen 150 años del viernes negro del 69

El 24 de septiembre de 1869 se produjo un grave colapso del mercado del oro de Estados Unidos
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Ilustración representativa de la situación de caos que se vivió durante el viernes negro del 1869 en la Bolsa de Nueva York (LIBRARY OF CONGRESS)
Se cumplen 150 años del viernes negro del 69

Cuando el presidente Ulysses S. Grant asumió su cargo en el Gobierno de los Estados Unidos, decidió mejorar la economía estadounidense intentando reducir la oferta de billetes verdes y dólares de papel. Para ello utilizó el oro, que fue puesto a disposición de los ciudadanos a cambio de que estos entregaran los billetes (que les serían reemplazados con monedas respaldadas por oro). Esta nueva forma de actuar fue vista como una manera fácil de lucrase por parte de dos financieros, Jay Gould y Jim Fisk, que se habían hecho famosos unos años antes por haber utilizado un método de fraude de acciones. Para ello contactaron con un hombre llamado Abel Rathbone Corbin que estaba casado con la hermana del presidente y al que contrataron para que convenciera a Grant de no vender más oro cuando el precio de este fuera muy alto y ellos hubieran tenido el tiempo suficiente para actuar y obtener un gran beneficio. Grant empezó a sospechar de los intereses de Corbin y descubrió una carta en la que se dejaba claro que estaba siendo estafado. Poco después el presidente decidió poner a la venta 4 millones de dólares en oro del gobierno, pero para esas alturas Gould y Fisk ya habían comprado la mayor cantidad de oro posible y vendido su acciones para obtener un gran beneficio antes de que todo estallara. El precio de la onza de oro alcanzó su punto más alto el 24 de septiembre de 1869 y en cuestión de minutos se desplomó hasta límites extremos. Los inversores se dieron prisa para vender sus participaciones pero no lo consiguieron. Muchos habían pedido préstamos para comprar el oro y sin dinero para pagarlos se arruinaron, siendo este el inicio de una grave situación financiera que azotaría al país en los años venideros. A esa jornada se la denominó el Viernes Negro y el presidente empezó a perder reputación desde entonces, pero el suceso a penas hizo mella en la carrera financiera de Gould y de Fisk.