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En 1956 un convoy militar cargado de dinamita explotó en la localidad colombiana de Cali

La explosión provocó más de mil muertes y dejó una gran parte de la ciudad destruida
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En 1956 un convoy militar cargado de dinamita explotó en la localidad colombiana de Cali

Una caravana de camiones militares cargados de dinamita llegó a la localidad colombiana de Cali en agosto de 1956 sobre las 00:20 de la noche, después de haber salido desde Buenaventura la tarde anterior. El destino final del convoy militar era Bogotá, pero el sargento Pedro Higuita, que estaba al mando del operativo de transporte de la mercancía peligrosa, decidió pasar la noche en Cali. Al no poder alojarse en las instalaciones del Batallón Pichincha por orden del capitán Gustavo Camargo, decidió desplazar los camiones por el centro de la ciudad para dirigirse a las afueras a pasar la noche. Finalmente fueron hasta la plazoleta de la estación del Ferrocarril del Pacífico, un lugar muy concurrido y lleno de posadas y locales de ocio y sobre la una de la madrugada una fuerte explosión sorprendió a todos los habitantes de la zona. Las casas empezaron a arder y los edificios cercanos al lugar de la explosión quedaron totalmente destruidos. Las labores de rescate y entierro de las víctimas duraron hasta el 10 de agosto y para hacer frente al entierro del elevado número de fallecidos, se hizo una fosa común en el cementerio de la localidad donde se enterraron todos los cuerpos.

Aunque no hay cifras oficiales, algunas fuentes como la revista Life hablan de 1.200 muertos y el padre Luis Alfonso Hurtado, capellán del Batallón Pichinch, que dio la extremaunción a muchos de ellos, asegura que en la fosa común se enterraron 3.725 cadáveres.

Los juicios posteriores que se llevaron a cabo para esclarecer lo ocurrido, concluyeron que un disparo fortuito proveniente de una pelea que había comenzado en uno de los bares de la zona, impactó contra uno de los camiones mientras los militares descansaban dentro y esto provocó la fatal explosión. Pero otras versiones, como la del sacerdote Hurtado, aseguran que fue uno de los propios soldados a cargo del convoy el que provocó el accidente, al golpear con la culata de su rifle a un borracho que estaba por la zona para ahuyentarlo y que en ese acto su arma se disparó accidentalmente impactando contra uno de los camines y provocando el trágico accidente. Aunque hay muchos que sostienen que la explosión fue un acto deliberado, ya que primero se le prohibió al convoy militar estacionar en el Batallón Pichincha donde pensaban pasar la noche y después se les condujo a una de las zonas más concurridas de la ciudad, que a demás quería ser renovada urbanísticamente. Según algunas opiniones, los bares, las casas de citas, los locales de ocio y las familias humildes del barrio serían un estorbo a la hora de empezar renovar la zona y por eso decidieron provocar ese desastre que permitiera una renovación más sencilla. Cierto o no, el accidente supuso un antes y un después para la ciudad, ya que poco a poco se fue reconstruyendo y tan solo unos años más tarde había renacido por completo de una forma mucho más moderna, llegando a ser incluso la sede de los Juegos Panamericanos de 1971.