Las voces de la represión [PARTE 1]

Entre el 18 y el 20 de octubre EULIXE estuvo en Barcelona para presenciar las protestas sobre el terreno. Esta es la crónica de lo vivido el 18 de octubre.

Texto: Oier Zeberio

Fotos: Juan Teixeira y Pablo González

Riots in Barcelona against the judicial sentence by which Catalan politicians face harsh prison sentences by the Spanish state. Radical groups clashed with security forces and set up multiple barricades throughout the city
Las voces de la represión [PARTE 1]

Aquel viernes, que comenzó como un día típico de huelga al principio, pronto se convirtió en uno de los días más intensos vividos por la capital condal en su historia reciente. Dejando al margen las valoraciones ideológicas o emocionales, todas las voces consultadas (personas con edades muy diferentes) coincidían en que nunca en sus vidas habían vivido un día así. La frustración y la rabia acumulada afloraron como nunca ese día 18, quinto día de protestas.

La mañana arrancó con varios cortes de carretera y el cierre de varios comercios, aunque era evidente que este cierre, a nivel global, fue limitado. Se formaron piquetes en numerosos puntos, y en algunas calles los comercios estaban cerrados. No obstante, muchos bares, restaurantes y comercios de alimentación seguían abiertos. La situación era de casi normalidad. Por ejemplo, en plaza Cataluña, la presencia de los turistas y la actividad en los grandes establecimientos se mantenía con normalidad. El cierre de diferentes puntos de acceso, el ir y venir de estudiantes con esteladas y el cierre de varios comercios marcaban el inicio de la huelga general.

Duras cargas en Vía Laietana al mediodía

Hacia las 11:15 ya había un numeroso grupo de estudiantes concentrados delante de la Universidad de Barcelona. Un amplio número de jóvenes se reunió hacia las 12:00 en Drassanes. Intentaron paralizar el puerto, sin éxito. Hacia las 14:00 se disolvió la concentración. El primer hecho observado y que llamó la atención fue la edad de los manifestantes. Había muchísimos jóvenes de entre 16 y 22 años. Hacia las 14:30 nació una columna que comenzó su marcha por Las Ramblas. Fue una marcha llena de contrastes, ya que turistas y manifestantes coincidieron durante todo el trayecto. Mientras unos gritaban consignas y agitaban las esteladas, los otros observaban mientras bebían cerveza y vino, con los móviles en las manos.

El grupo se dirigió a Vía Laietana, y se concentró delante de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña con otros estudiantes. Hacia las 15:00 de la tarde, unos pocos manifestantes movieron de su sitio unas vallas y lanzaron un par de botellas. Unos 20 minutos después la policía efectuó una dura carga. A las 15:40 los Mossos y la Policía Nacional efectuaron otra carga y tomaron la calle. En el transcurso de los hechos delante de la Jefatura, los manifestantes identificaron a dos policías infiltrados y los expulsaron entre gritos. Estos avanzaron hasta la calle Comtal, donde había un nutrido grupo de Mossos (de uniforme).

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Manifestación multitudinaria por la tarde

Hacia las 17:00, miles y miles de personas llenaron el Paseo de Gracia, provenientes de las “Marxes per la Llibertat”. Los manifestantes adornaban con canticos y banderas de todo tipo la calle barcelonesa. El número de asistentes era tal que el movimiento era muy limitado. En muchas ocasiones, para poder avanzar 50 metros se tardaba más de 10 minutos. Las calles aledañas estaban repletas de gente, que hacia lo que podía para poder observar desde los puntos más altos lo que estaba sucediendo. Ambiente festivo y gritos con contundentes mensajes políticos, así se definiría la atmósfera que se creó en esa concentración.

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Para la prensa se habilitó por parte de la organización una estructura de metal que hacía más sencillo tomar imágenes y hacer directos para la TV. Había muchos manifestantes alrededor y una de las consignas más repetidas era “prensa española manipuladora” Otros intentaban hacer llegar su mensaje a los periodistas, mensajes como este:

Ya es hora de que una vez por todas escuchen nuestra voz. Los disturbios han copado todos los titulares, pero hemos sido miles y miles los que hemos secundado las "Marchas por la Libertad". No nos rendiremos nunca. Contad por favor lo que está pasando.

Aquel hombre que tendría aproximadamente unos 60 años y agitaba la “Bandera Negra” mostraba un carácter de resistencia que podría representar perfectamente a una parte de la sociedad catalana, que está harta, como nos decían algunos testigos, de “recibir palos sin hacer nada”.

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La batalla de Urquinaona

Al poco de terminar la manifestación, empezaron a aparecer informaciones que hablaban de serios disturbios en Vía Laietana. Hacia las 19:30, ya en la Plaza Urquinaona, una mujer angustiada narraba lo siguiente:

Estábamos manifestándonos tranquilamente. Al poco tiempo, después de que terminara la manifestación, en una calle aledaña [no especificó la calle] la policía ha efectuado una durísima carga. Nuestros niños estaban ahí. Había muchas personas de muy corta edad y personas mayores, pero a la policía le ha dado igual. Hemos pasado un miedo terrible.

En la Plaza Urquinaona (a la altura de la calle Roger de Llúria) se observaba una columna de fuego y humo de grandes proporciones. Se habían formado ya numerosas barricadas, que ardían sin control iluminando la tarde-noche. Una de las barricadas media unos ocho metros de largo por uno de ancho y la segunda, bastante más grande, emitía un fuego intenso. El objetivo de las barricadas, según declaraciones recogidas, era puramente defensivo. Se construyeron, tal como afirman algunas voces, “para evitar que la policía respondiese con más contundencia”. Tal como relató un testigo directo al día siguiente, “las barricadas […] nos han salvado la vida”. Entre el fuego y el humo se producían numerosas explosiones, fruto de los petardos, y se lanzaban todo tipo de objetos. Era una batalla campal.

Riots in Barcelona against the judicial sentence by which Catalan politicians face harsh prison sentences by the Spanish state. Radical groups clashed with security forces and set up multiple barricades throughout the city

Las calles aledañas estaban repletas de gente que observaba los hechos. Había muchos jóvenes, que mostraban una mezcla de incredulidad, miedo y orgullo. Se limitaban a observar una situación que probablemente nunca antes habían vivido y que muy probablemente les dejará marcado durante mucho tiempo. Entre el caos y el ruido, se daban hechos que atraían la atención: por ejemplo, en una calle paralela, había una pareja (ambos con los rostros cubiertos) que se reconfortaba agarrándose mutuamente de las manos y juntando las frentes, mientras grupos reducidos de personas intentaban conseguir más material (del mobiliario urbano) para mantener la estructura física de las barricadas. Todo ello en mitad de un ruido ensordecedor producido por la actividad de los manifestantes que se encontraban en primera fila y la respuesta policial, el olor a humo y el tono rojo de las llamas. Algunos, con las caras cubiertas y esteladas en la espalda en algunos casos, se lanzaban de vez en cuando hacia la Zona Zero con mucha determinación.

¿Pero cuáles eran las razones de este estallido? ¿Qué había cambiado? Una fuente que ha sido testigo directo y participante, nos ha afirmado lo siguiente:

Por una parte la criminalización ha influenciado mucho. Durante dos años se ha criminalizando el movimiento independentista catalán. Nos han tratado como “escoria”. El hecho de que hayan enviado cientos de Policías Nacionales y Guardia Civiles al territorio catalán da mucha rabia. Por otro lado, está la inacción del Gobierno de Cataluña, que nos prometió el cielo y está optando por un autonomismo decadente. El Govern está mandando a la gente a la calle, a la vez que envía a la Brigada Móvil para reprimir diferentes actos. El Gobierno autonómico criminaliza y persigue todo movimiento popular que se escapa de sus manos. Creo sinceramente que este estallido lo ha generado la suma de estos dos factores. Ha provocado también que una parte del independentismo diga “basta ya de que os rías en nuestras caras.

Es sabido que durante la semana pasada han circulado numerosas informaciones afirmando que había un alto grado de “combatientes extranjeros en Cataluña”. Se puede confirmar la presencia de individuos originarios de distintas partes del Estado y de otros países como Francia e Italia. No obstante, la inmensa mayoría de manifestantes era de Cataluña.

En aquel escenario, se notaba el nerviosismo y el miedo en la cara de los presentes. Muchos se reunían en pequeños grupos que se limitaban a observar los hechos y analizar la situación, caminando, a veces, sin sentido. Se observaban miradas que se perdían en el horizonte, miradas dirigidas hacia sus compañeros, miradas que transmitían dolor. Era el quinto día de protestas, el cansancio hacia mella ya y en cualquier momento podía responder la policía con una carga final. Todo el mundo era consciente de que probablemente la respuesta policial final sería contundente. Tal como relató un testigo, que ya hemos mencionado, el siguiente día, «teníamos miedo de que nos reventaran un ojo, de que nos golpearan, de que fuéramos perseguidos y detenidos».

Algunas veces, fruto de informaciones incorrectas, decenas de manifestantes empezaban a correr. Dada la cantidad de gente que había era difícil planear una estrategia de huida de emergencia. Había una seria probabilidad de que se crearan tapones. Gente corriendo de aquí para allá, ruido, fuego, humo, disparos, un nutrido grupo de periodistas intentando como podían cubrir los hechos…. esa era la tónica durante aquella tarde-noche.

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Alrededor de las 19:45-20:00 de la tarde, al ver que la situación era incontrolable, la policía disparo botes de gas lacrimógeno. Según testigos, los disparos se efectuaron al aire, hacia una altura considerable. Este procedimiento es muy peligroso ya que no se puede determinar dónde y encima de que caerán. Dado que el gas está contenido en unos duros recipientes que estallan al tocar el suelo, un golpe en una zona desprotegida del cuerpo puede causar serios daños. El gas, que se esparció a una velocidad considerable, causaba serios estragos en la capacidad visual y pulmonar de los presentes. Cuando las personas empezaron a llorar y toser de forma masiva era evidente que el gas estaba haciendo efecto ya. Los policías, por su parte, se encontraban ampliamente desbordados. Era tal la virulencia de los combates y el número de asistentes que poco podían hacer para controlar la situación.

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Era llamativo el contraste de lo que se podía ver por ejemplo en el restaurante Hard Rock Cafe de Plaza Cataluña, a unos pocos centenares de metros del núcleo de la batalla de Urquinaona. El restaurante estaba lleno de turistas disfrutando de un rato de ocio, lo que chocaba frontalmente con los disturbios que se estaban registrando puerta afuera. Era una situación totalmente kafkiana.

Cargas policiales en Plaza Cataluña

Hacia las 21:00 la policía entró con dureza en Plaza Cataluña. Furgonetas haciendo el carrusel, disparos, gente corriendo de un lado a otro, gritos de angustia… En esos instantes, no se podía reconocer la mítica plaza, que unas horas antes estaba llena de gente. El fuego inundaba las vías. La policía, por su parte, hizo de nuevo acto de presencia utilizando camiones con cañones de agua, que circulaban a gran velocidad intentando apagar las llamas.

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Un joven de aproximadamente veinte años comentó lo siguiente en el lugar:

Estaba viendo lo que pasaba y he recibido el impacto de una bola de goma [relataba lo sucedido mientras se bajaba los pantalones para enseñar el impacto en su pierna derecha]. Las furgonetas han empezado a correr, casi atropellado a la gente que se encontraba en el lugar. Yo solo estaba viendo lo que pasaba, no he hecho nada [mientras se realizaba esta entrevista se escuchaban disparos por doquier].

Cinco minutos después llegaban unas cinco furgonetas por la zona de Urquinaona. Bajaron numerosos agentes y empezaron a disparar balas de foam a los pocos viandantes que todavía estábamos por ahí, curiosos o periodistas en su mayoría. Después de que casi nos alcanzara algunos de esos proyectiles, con las manos en alto, cruzamos la línea de furgonetas y salimos del lugar. Al subir por la Ronda de la Universitat, numerosos objetos adornaban la carretera. La policía, por su parte, efectuó numerosos disparos en los próximos minutos. A la altura de la Balmes, una barricada en llamas cortaba la calle.

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Había muy poca gente en esos instantes, algún grupo que otro de manifestantes y turistas, algunos de ellos borrachos, por las calles. Los balcones, no obstante, seguían repletos de gente que observaban con curiosidad los acontecimientos. En ese momento dos jóvenes de unos 16 años, terriblemente asustadas, casi llorando, contaron lo siguiente:

Hace algunas horas estábamos en una biblioteca cercana. Salimos cuando los Mossos hicieron acto de presencia. Los manifestantes estaban a un lado y la policía en el otro. La calle se quedó bloqueada. Hicieron un sándwich. Nosotras por nuestra parte, sentíamos un miedo terrible y logramos abrir un comercio que tenía la persiana echada. No sé cómo, pero logramos abrirla. Nos refugiamos durante un tiempo dentro. Cuando vimos que la situación se había calmado salimos fuera, pero nos encontramos con unos Mossos que insultaron a mi amiga y casi nos pegaron. Logramos escapar de ahí. Solo queremos regresar a casa. Ha sido terrible.

Durante los siguientes minutos se podían observar diferentes grupos, poco coordinados eso sí, intentando reconstruir barricadas. Llegaban informaciones que confirmaban que la misma situación se estaba reproduciendo en distintos lugares de Barcelona. Dado que la dispersión de manifestantes era notoria, la policía efectuaba registros aleatorios de viandantes, que en algunos casos eran identificados y retenidos de manera violenta. Un testigo, al día siguiente, informó de lo siguiente:

Hubo una “cacería humana” en toda Barcelona. Las furgonetas entraban por todas direcciones. Paraban a la gente al azar y los identificaban. La situación fue esta hasta aproximadamente las 4:00 de la madrugada.

Siendo testigos directos de los acontecimientos y teniendo la certeza de que aquella noche era una de las noches más duras vividas hasta la fecha, recogimos algunos testimonios. Según todos los entrevistados, que tenían edades muy diferentes, nunca en sus vidas habían vivido una jornada de protestas de tal calibre. Esa noche la policía detuvo a 4 personas e hirió a una 52, algunas de ellas de gravedad (un herido por contusión ocular en Vía Laietana). Aquel viernes 18 de octubre quedará grabado en el imaginario colectivo de los barceloneses para siempre.

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