Lukashenko breaking bad

Tras la detención de ayer de aproximadamente 200 miembros de compañías militares privadas rusas (de los cuales de momento sólo 33 son ciudadanos rusos), por lo que informan ante todo Wanger, se puede constatar que Aleksander Lukashenko ha perdido el norte y está en una situación límite en sus relaciones con Moscú.
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Lukashenko breaking bad

El 9 de agosto Bielorrusia celebrará elecciones presidenciales. Lukashneko ha visto por primera vez que su favoritismo y automática reelección se han visto en duda. La principal amenaza venía del candidato Babariko, tras el cual sin ninguna duda estaba Moscú. Babariko es un banquero, encabezaba el Belgazprombank, una filial del banco ruso Gazprombank, el cual a su vez pertenece al gigante del gas ruso Gazprom.

Además las encuestas de intención de voto hechas públicas, privadas todas ellas, le daban a Lukashenko una simpatía real del 3% de los votantes. Si bien parece poco probable que ello refleje la situación real, si ha sido adoptado por la oposición con el lema Sasha 3%. Sasha es el diminutivo de Aleksander. 

Babariko junto a otros candidatos al final ha sido apartado de las elecciones y encarcelado. De los candidatos no controlados por Lukashenko, solo ha quedado Svetlana Tijonovskaya, la mujer del bloguero opositor Serguei Tijonovski. Tijonovski es una suerte de Navalniy a la bielorrusa y también encarcelado.

Quitando a Babariko y dejando a Tijonovskaya Lukashenko busca desmontar las posibilidades y esperanzas rusas. Tijonovskaya es contraria a la integración entre Bielorrusia y Rusia y más abierta a buscar el diálogo con EE.UU. y la UE. Por ello, Lukashenko busca poner a Moscú ante el “o yo o alguien pro-occidental”.

No es demasiado secreto que Moscú busca la integración total de Bielorrusia en la Federación desde hace años. El propio Lukashenko era un gran defensor de esa idea. Sin embargo, el paso de los años y la oferta a la baja al propio Lukashenko, han hecho que busque o bien aumentar su precio o alargar la jugada y verlas venir. Por rumores, como el comentado por el director de la radio Ekho Moscú Venediktov, a Lukashenko se le ofreció presidir el parlamento unificado, pero él quería al menos un cargo de vice-primer ministro. 

El problema para Lukashneko es que sin Moscú la economía bielorrusa no puede existir. Algo que entienden las dos partes. Bielorrusia recibía durante años los beneficios de estar dentro de Rusia, pero sin tener que adoptar también las obligaciones. Hacían comercio con Rusia sin pagar demasiados aranceles, y podían comprar gas y petróleo a precios internos de Rusia. Minsk luego revendía parte de los suministros al exterior a precios de mercado, un suculento añadido a las arcas bielorrusas.

La situación fue cambiando y a raíz de 2014 se puso seria del todo. Moscú empezó a mostrar su cansancio con Lukashenko cada vez más. En lo político no ha mostrado la actitud que Rusia esperaba de él con el tema de Crimea o Donbass, como tampoco lo hizo antes con Abjasia y Osetia del Sura. Además las sanciones golpearon la economía rusa y el doble juego de Minsk empezó a doler también a las arcas rusas.

Minsk perdió sus beneficios de ser considerado una región rusa para temas de exportación de productos energéticos. Lukashenko varias veces ha montado en cólera, pero cada vez vuelve a la senda del diálogo. Aleksander no tiene opción. Él lo sabe, Moscú lo sabe. El tiempo juega en su contra y a este paso caerá, no como Gadafi (asesinado), pero a este paso tampoco como Yanukovich (retirado en Rusia). 

Moscú después de mucho tiempo puso un candidato sobre la mesa, Babariko. Lukashenko ha montado en cólera. Cólera que no se le está pasando tras la detención de los militares privados de ayer. Algo que puede traer consecuencias en varios frentes.
Por un lado, Minsk ya ha dado medio paso atrás y no les ha acusado de terrorismo, de momento solo acusaciones de querer desestabilizar. Por otro lado, queda bastante claro que esos militares estaban en Minsk de paso y descanso antes de volar a otros frentes. Minsk se ha tomado la cuarentena mucho más a la ligera y se ha convertido en un nudo de transporte en Europa del este. 

No queda duda que esos militares estaban allí con conocimiento y permisividad de ambas partes y sus servicios secretos. Lukashenko ha clavado un puñal por la espalda. Además la TV bielorrusa ha publicado los datos personales de los detenidos, un acto doblemente feo. Además algunos o son ciudadanos ucranianos o tienen doble nacionalidad. Kiev ya ha expresado su interés en recibir a estas personas para juzgarlas por la guerra del Donbass. 

Lukashneko ha intentado mostrar una supuesta intervención rusa en asuntos internos bielorrusos, pero las formas parecen bastante discutibles. Ahora tiene varios frentes abiertos. Kiev por un lado, los países occidentales observando y listos a introducir sanciones por otro, y por supuesto Moscú, cuya burbuja de la paciencia es larga, pero lo de Aleksander parece un juego demasiado peligroso en probar la resistencia de dicha burbuja.