Infografía del día: enfermedad y muerte de Francisco Franco

Infografía del día: enfermedad y muerte de Francisco Franco
La salud del dictador a los ochenta años era delicada, con un párkinson avanzado y con los muchos estragos que en su juventud le habían dejado la guerra de Marruecos. En 1916, en una rafia cerca de Ceuta fue herido de gravedad en el bajo vientre y casi muere en un hospital días después. Aquellos recuerdos bélicos y el peso del poder quebraron lentamente la robustez física de Franco, dando paso con los años a la imagen enjuta y temblorosa que todo el mundo recuerda de él. Pese a ello, el dictador se ausentó solo dos veces en toda su vida de la reunión del Consejo de Ministros. La primera fue en noviembre de 1959 por culpa de una gripe. La segunda fue en mayo de 1973 por un problema en la boca. Los recurrentes problemas en la boca estuvieron relacionados con una enfermedad en la mucosa de la lengua, el paladar y las mejilla, esto es, traducido en la salud de Franco, una infección causada por hongos cándida albicans que le llenaron la boca de úlceras y pusieron en riesgo su vida en ese año. Los médicos advirtieron al dictador de que, a su edad, aquella infección podía ser mortal si se extendía a otras mucosas, especialmente a la bronquial y a la pulmonar. No obstante, la infección remitió a tiempo. Un complejo historial médico A las cicatrices de los años marciales, Franco sumó otra de plomo en su cuerpo a consecuencia de un accidente de caza en diciembre de 1961. El jefe del Estado sufrió un disparo en una mano en los bosques de El Pardo y tuvo que ser atendido en el hospital Central del Aire. Concretamente, se trató de una fractura abierta del segundo metacarpiano y del dedo índice de la mano izquierda, según los informes oficiales. La primera rotura, en el nudillo, se curó de forma normal, pero la segunda, en la primera unión, requirió más tiempo de recuperación y le obligó a tomar pastillas por el dolor. Hasta el siguiente ingreso hospitalario de relevancia pasaron más de diez años. A principio de julio de 1974, Franco sufrió una tromboflebitis. Un trombo, junto a una subida de urea, derivado de las muchas horas que el dictador pasó sentado aquel verano frente al televisor viendo los partidos de la fase final del Mundial de Fútbol que se celebró en la Alemania Federal. Frente a la pantalla, Franco desarrolló un absceso bajo un callo y, más pronto que tarde, requirió asistencia médica. La prueba de que aquello fue más grave de lo que se informó entonces es que el ministro de Información y Turismo, Pío Cabanillas, reunió a los directores de diarios para hablar de las llamadas «previsiones sucesorias». Don Juan Carlos fue, de forma interina, jefe del Estado durante 15 días, hasta el 2 de septiembre. El equipo médico de Franco, encabezado por Vicente Gil, evitó que el trombo derivara en embolia pulmonar gracias a su ingreso en la clínica Francisco Franco, hoy Hospital Gregorio Marañón. Tuvo náuseas y varias hemorragias, e incluso vomitó coágulos de sangre, pero la tromboflebitis no derrumbó a Franco. Al menos no de momento... Sumido en una vida sedentaria y protegido por su entorno familia, el dictador vio como la enfermedad se disgregaba en distintas complicaciones circulatorias y respiratorias tras aquel primer susto. El médico Vicente Pozuelo, que se hizo cargo a partir de entonces de la atención diaria de Franco, cuenta en su biografía «Los últimos 476 días de Franco» (Planeta) las surrealistas terapias iniciadas con el fin de combatir el sedentarismo del anciano dictador: «Como por otro lado el heterodoxo procedimiento de las marchas militares funcionaba admirablemente se me ocurrió perfeccionarlo. -Creo que sería correcto y bueno para su excelencia no sólo oír estos himnos, sino andar y marcar el paso a su compás -le indiqué. Dio su autorización y empezamos. Primero dábamos una vuelta al despacho; dos después, y así sucesivamente. Intentaba que aquellas dos piernas activaran su circulación venosa. Trabajamos entonces a puerta cerrada, y así estuvimos actuando prácticamente hasta el final de su vida, casi hasta que tuvo que guardar cama. Era una medida fisioterapéutica, que permitió conservar las dos piernas en excelente estado. Todos los días oíamos dos o tres marchas militares y andabamos ( ... )» Franco ha muerto, dijo un lloroso Arias Navarro, y el país despidió (aunque no del todo) 40 años de dictadura.