SOSTENIBILIDAD

La guerra secreta de la basura en el mundo

Asia ha dicho basta al comercio ilegal de residuos plásticos

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La guerra secreta de la basura en el mundo

El movimiento de residuos de unos continentes a otros es una práctica que se lleva realizando desde hace mucho tiempo. Algunos países pagan por recibir la basura de aquellos que generan desechos en exceso, sobre todo para reutilizarlos y generar con ellos materias primas, pero también para intentar ganar mucho dinero sin medir las consecuencias. Este es un gran negocio que está gestionado por varias compañías privadas que se encargan de controlar los movimientos de desechos en todo el mundo, pero también existen aquellas que se mueven entre la línea de lo legal y lo ilegal para sacar el doble de partido. La prohibición de China en 2018 de recoger el exceso de residuos plásticos de otros continentes, hizo que países como Malasia, Vietnam o Filipinas se convirtieran en los nuevos receptores. Tan solo un año después, estos lugares se han dado cuenta de que el negocio tiene más contras que pros y por eso están intentando regular la situación para evitar convertirse en los nuevos vertederos mundiales.

Principales receptores históricos

Se calcula que China y Hong Kong importaron residuos plásticos entre los años 1988 y 2016 por valor de 81 mil millones de dólares. Pero China, que ha sido desde siempre uno de los mayores receptores de plásticos de todo el mundo, decidió decir basta el año pasado y dejar de recibir la basura de otros. Su escasez de materias primas en los años 80 (debido a su economía predominantemente agrícola) y el hecho de que muchos países, sobre todo europeos, tuvieran dificultades para deshacerse de la cantidad excesiva de residuos plásticos que generaban, hacía que el sobrante se enviara allí y fuera reutilizado para generar energía o resina. Lo que al principio parecía la solución perfecta para generar energía se convirtió en un problema, ya que la mayoría de los plásticos que llegaban de otros continentes eran de mala calidad o no se podían reciclar, lo que hacía que gran parte de ellos terminaran en vertederos, incineradoras o lo que es peor, abandonados a su suerte y contaminando cientos de terrenos o incluso los océanos. Además, desde los años 90, la industrialización en China hizo que se empezaran a producir residuos suficientes y estos unidos a los que provenían de otros países han hecho que los niveles de contaminación del agua, la tierra y el aire, se hayan disparado en el continente asiático. Por eso, el 1 de enero de 2018, China prohibió definitivamente la importación de residuos para evitar seguir siendo el vertedero del mundo.

Hans BraxmeierChina y Hong Kong importaron residuos plásticos entre los años 1988 y 2016 por valor de 81.000 millones de dólares (HANS BRAXMEIER)

Otras alternativas

Al ser un gran negocio, las empresas intermediarias buscaron rápidamente otros destinos donde poder llevar sus contenedores de basura. Malasia, Vietnam, Tailandia o Filipinas abrieron las puertas a este mercado, ya que allí la legislación era escasa y se veía como una buena fuente de ingresos. La avalancha de residuos plásticos que se ha producido en esas zonas, ha hecho que en a penas un año, aquellos países que optaban a convertirse en los nuevos vertederos mundiales hayan entrado en pánico y hayan intentado frenar esta situación. En Malasia, el problema no ha venido generado tanto por el volumen de residuos, sino más bien por el auge de instalaciones ilegales que se deshacen de la basura sin ningún tipo de control. El pasado mes de abril, su ministra de Medio Ambiente, Yeo Bee Yin, aseguraba que tras una exhaustiva investigación, se habían encontrado varios contenedores de contrabando procedentes de diferentes países, entre ellos España. El ejecutivo malayo informó también de que las más de 3.000 toneladas de residuos plásticos detectadas serán enviadas a los países de origen.

Prohibición en Filipinas

Pero el caso más sonado ha sido el de Filipinas, que tras seis años de intensa lucha ha conseguido que Canadá se comprometa a recoger la basura de sus contenedores que habían atracado en los puertos filipinos entre 2013 y 2014. En el año 2016 su presidente Rodrigo Duterte, declaró "la guerra de la basura" al país norteamericano para que se llevara los residuos a sus costas poniendo fecha límite el 15 de mayo de 2019. Cuando llegó la fecha empezó un rifirrafe diplomático entre los dos estados que llegó incluso a las amenazas.

“Tengo un barco preparado. O se lo llevan o yo mismo navegaré a Canadá y derramaré allí su basura”, Rodrigo Duterte, presidente de Filipinas.

Finalmente Filipinas ha conseguido que los 69 contenedores de residuos mal etiquetados como plásticos reciclables procedentes de Canadá, vuelvan a su origen, después de que el país americano se comprometiera a repatriar la basura que llego allí hace más de cinco años.

Situación en España

El Estado español es uno de esos países desarrollados que también envía su excedente de basura a Asia. Aunque la dimensión de este negocio es todavía desconocida, si que se conocen poco a poco datos sobre el entramado de las exportaciones de residuos plásticos en el país mediterráneo. Según datos de 2017 ofrecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), España es el noveno exportador mundial de desechos, desperdicios y recortes plásticos, y todavía sigue siendo un país que suspende en materia de reciclaje. El Ministerio de Industria también ha contabilizado que un total de 1,44 millones de toneladas de desechos plásticos fueron exportadas a China entre 2010 y 2018, pero el veto del país asiático ha provocado que desde el año pasado ese tipo de tránsito de basura se haya desplomado, cayendo un 48%. Aún así, en el mes de mayo, el Ministerio para la Transición Ecológica informó de que había abierto un expediente sancionador a una empresa que se dedicaba a trasladar residuos hasta Malasia. Esto se produjo después de que el gobierno del país asiático incautara 24 contenedores procedentes del Estado español con residuos plásticos ilegales y devolviera cinco de ellos. En España la gestión de los residuos es cada vez más cara, ya que lo que se está potenciando es evitar el usar y tirar (que genera mucha basura) y primar la reutilización. Ciertas empresas de reciclaje optan por exportar el excedente de basura porque en muchas ocasiones les resulta más económico enviarlo a otros países que eliminarlo ellos mismos. Aprovechan los viajes de vuelta de algunos cargueros de mercancías (que tras descargar vuelven vacíos) para enviar sus contenedores y ahorrase mucho dinero en trasporte. Además, algunos países de destino pagan por recibir los residuos, lo que supone el negocio redondo; enviar la basura a otros países que pagan por ello, sin pagar nada de transporte y evitando los sobrecostes que hay en España.

Julius Silver El negocio ilegal de la basura aprovecha los viajes de vuelta de algunos cargueros de mercancías para enviar sus contenedores (JULIUS SILVER)

Legislación al respecto

Aunque en la mayoría de los países la legislación es escasa, poco a poco empiezan a aparecer más restricciones para evitar sobre todo el tráfico ilegal de residuos plásticos. En la actualidad la normativa vigente que se encarga de regular este sector es el Convenio de Basilea (1989), un tratado de la ONU que permite prohibir o restringir la importación de desechos peligrosos para su eliminación. En el caso de que esos residuos no puedan ser destruidos deberá ser notificado y autorizado de manera controlada, para evitar sobre todo el tráfico ilegal de basura. Aquí es dónde aparece el problema, ya que muchos de los contenedores que llevan residuos plásticos a otros países, aunque no sea para su reciclaje, no son debidamente controlados en las aduanas y por lo tanto no se sabe si todos podrán ser reutilizados, o como ocurre muchas veces, la mayoría de ellos son inservibles y terminarán en los vertederos. Una de las últimas modificaciones del convenio, el que hace referencia a la Unión Europea, prohíbe expresamente las exportaciones de residuos para su eliminación desde Europa a otros países con el objetivo de reforzar el control y trazabilidad de los materiales que se pueden exportar y evitar así también que determinados países se conviertan en los nuevos vertederos mundiales.